Opinión

Adriana Luna, el día en que marchaste

Alguien puede terminar su vida, pero no por ello su causa. Derecho a una muerte digna pidió muchas veces Adriana Luna Parra

El día en que te fuiste, mi corazón se sacudió y mis lágrimas brotaron. Lejos, miles de kilómetros lejos de tu lecho. Lejos muy lejos a casi 30 años de diferencia en nuestras vidas, a mis convicciones les hacía perfecto sentido tu mensaje, mi corazón se contrajo y mis lágrimas brotaron.

Adriana Luna Parra, psicóloga, activista, feminista y luchadora por la libertad y la dignidad de las

Adriana Luna Parra

personas, el derecho a una vida y muerte digna en la vejez falleció el 25 de agosto del 2018 en la Ciudad de México, en paz rodeada de sus seres queridos.

El día que te fuiste Adriana, viví un sentido mas profundo en la lucha cotidiana: congruencia, ¿cómo es que personas sin conocerse mucho, sin un trato cercano, sin estar vinculadas de forma cotidiana pueden sentir una conexión que hermana?.

Leí el mensaje, este mensaje de tu irreversible viaje junto a 97 mujeres enormes, leí los que ellas te brindaban. Recordé el día en que te conocí en el sindicato de telefonistas de la Ciudad de México en esa reunión del Frente Feminista Nacional, te vi de píe, firme en la sesión plenaria. Con un halo que abrigaba y un mensaje cálido de fortaleza y franca. Interesada en tejer puentes con las jóvenes, con quienes empezamos, con mensajes claros y necesidades marcadas.

En ese momento aún sabía poco de tu vida, tu camino, tu persona y tu historia, pero justo ese día supe también de tus firmes convicciones de tu franqueza sororaria y tu actuación determinada en el momento en que el apoyo se solicitaba para una tercera interesada.

La reunión terminó pues los acuerdos se tomaron, el acta se redactó, algunos correos se entregaron, algunas nos acercamos a otras, alianzas se trazaron y redes se fortalecieron. Esto nos construye, esto en cada reunión pasa, esto nos fortalece nos hermana, eso rompe fronteras, borra kilómetros, desdibuja diferencias y fortalece causas.

Seguí leyéndote y leyendo sobre ti, viéndote sonreír, creo que fue un año de sonrisas y homenajes. En este momento entiendo, cuantos hilos se entrelazan sin conocer los profundos dolores y alegrías que cada una guarda.

Seguí observando y comentando, el tema: vejez y muerte digna y respeto a los derechos de personas mayores.

“Adriana tiene el don de inyectar vida y esperanza en quienes la rodean, siempre dispuesta a ayudar y a encontrar soluciones creativas” expresara Clara Jusidman en ese último homenaje y a la distancia de unos meses, con una sonrisa marcada me pregunto, ¿qué más creatividad podría alcanzarse para apoyar tu exigencia?

Ese día, me encontraba en Chihuahua, en mi oficina, mi escritorio con mis compañeras, construyendo historias, tejiendo puentes, feliz por un logro alcanzado y una sorpresa luminosa. En ese momento leí el mensaje, un texto breve para el gran paso del hasta luego que marcaba.

Leí sus mensajes, se habló de congruencia, de fortaleza, de vidas, de luchas, de causas. Se habló de sentidos y anhelos, también se habló con añoranza, te recordé de píe frente al micrófono haciendo la fila para emitir el mensaje, escuchando, atendiendo y conciliando.

La decisión era clara, cuan profundo es el derecho a decidir, cuanta firmeza alcanza, cuan complejo es para quienes están alrededor entender la autodeterminación que implica el asumir las decisiones, así de firmes y claras. Me pregunto si algún día nuestra lucha por el respeto a nuestro derecho a decidir podrá ser entendido por quienes buscan limitarlo por esa simple e inquebrantable certeza.

¿Cuánto puede tomar avanzar hacía un sueño sin pausa?. Con la mente clara y el corazón acelerado empecé a escribir, pensaba en quien sostenía tu mano, en el pesar de la ausencia, pero la luz, paz y conforte de conocer tu causa, tus alegrías cosechas, tu determinación, lo valioso que será entre sus silencios y lágrimas ver los frutos cosechados de lucha humanista.

Gritamos con rabia cuando alguno ejecuta esta acción sobre nuestra hermana, pero fue tan fuertemente emotiva la sororaria reacción cuando esta decisión en un entorno de luz, para sí misma se traza, se asume y se alcanza.



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