Erasmo Palma fue el primer ralámuli en poner texto a la música tradicional de su cultura con la ayuda de su hermana Teresa Palma, en unión llevaron la música tradicional a importantes foros en México y el mundo, conquistaron la visión de los pies ligeros como invitados de honor en foros de Nueva York y Europa.
El miércoles 19 de octubre Erasmo Palma fue trasladado desde su estudio donde practicaba violín, ubicado en el corazón del centro de reunión ralamuli, Norogachi, al hospital de Guachochi, a causa de una infección respiratoria que le causó neumonía. Durante la mañana del 23 de octubre se confirmó su fallecimiento a la edad de 88 años.
En la Sierra Tarahumara donde viven algunos de los mejores poetas del país, nació un hombre que al son del violín cantó por el mundo, enamorado de la vida y la naturaleza.
Erasmo comenzó un legado que heredaron sus descendientes, sus nietos, nietas y comunidad. Contó esto y más en entrevista, un mes antes de su fallecimiento y de que las crecidas inundaran los ríos de Tuseachi, ranchería de Norogachi, municipio de Guachochi, donde el violín de don Erasmo aún se escuchaba junto a los cantos de Tía Vica; entonces disfrutamos de la particular visión del mundo del poeta ralámuli.
“Un músico es un loco, que no sigue al resto de la sociedad y prefiere crear melodía volviéndose vicioso del instrumento“, enfatizó don Erasmo.
El poeta habló acerca de la verdad del ser humano en la tierra. Dijo que habían dos historias que la contaban, pero aún así nadie sabrá esa verdad porque no están investigando y no podrán creer hasta que no vean la verdad, ¿y cómo hacer para verla?, “tenemos que hacer algo, todos los que están aprendiendo algo, los que estuvieron en la escuela no saben más de la verdadera historia de los ralámuli”, aseguró Erasmo Palma.
“Las personas nos dicen indios, pero no venimos de India, nosotros somos indígenas, nadie ha venido de ningún lado, todos somos de aquí, estamos aquí”, explicó el poeta porque Onorúame puso a todos donde estaba su lugar, “nos sembró como se siembra la col y la avena aventando a puñados dispersos en la tierra, todos cayeron donde cayeron, regados en diversas partes, por eso las personas viven donde viven, el hombre así está sembrado. Todos somos hermanos, las plantas y los hombres fueron sembrados con la misma mano, Onorúame fue quien nos plantó en este mundo”, explicó el filósofo ralámuli.
¿Cómo le haré para enseñar? Preguntó y luego habló acerca de su enfermedad, la que ya no le permitía salir para seguir compartiendo sus conocimientos. Asimismo habló de algunos apuntes que tenía guardados y que deben pasarse en limpio, a pesar de que don Erasmo Palma no estudió, tiene un conocimiento natural para compartir con las personas que se acercan a él.
Para aprender a tocar violín o cualquier otra cosa hace falta querer hacerlo, comentó Erasmo Palma, las ganas son el principal ingrediente de ello, si no hay interés no hay aprendizaje, a quien le gusta la música es quien aprende.
Don Erasmo, expresó que desde niño le empezó a interesar la música, su papá tocaba. No se necesita enseñar, las personas que les apasionan la expresión cantada buscarán por su propia cuenta adquirir ese conocimiento, por medio del tacto va comprendiendo la geografía del instrumento. El violín es complicado, explicó, en el violín el músico buscaba la sonoridad hasta encontrarla, para tocar bien el violín se necesita bastante tiempo para llegar a la armonía.
Más de 30 años llevaron a Erasmo Palma a comprender a su compañero, a su instrumento, cuenta que uno de los violines que tuvo se lo regaló una de sus primas, mencionó que este era un violín sin alma, pues no podía sacar ninguna nota con el. Fue entonces que uno de sus hermanos fabricó algunos violines, ahí es donde Erasmo Palma entendió que el había nacido para tocar melodías y regalarlas.
Mucha gente no tiene la buena idea, dijo el poeta, pues no les gusta la música, porque la mayor parte de las personas tienen la buena costumbre de amar la música, hay muy pocas personas que saben disfrutar de ella.
Ahora, don Erasmo Palma se prepara para participar en su último nawesari, una ceremonia en que las autoridades tradicionales le dan consejo a sus tres almas para que sepan que es momento de regresar al lyerúame-onorúame, la deidad madre padre.
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