Nada justifica limitar los derechos de otras personas, pues la diversidad requiere de respeto
Hablar de matrimonios entre parejas del mismo sexo en pleno 2018 aún sigue siendo un no aceptado para algunas personas, ya sea por su ideología o el entorno en la que crecieron, sin embargo, no debe ser suficiente para impedir que otras personas ejerzan su derecho a formar una familia
En el estado de Chihuahua hay un claro ejemplo que es el artículo 134 del Código Civil, donde se establece que el matrimonio es entre un hombre y una mujer, lo cual limita a las parejas del mismo sexo a ser reconocidas legalmente y las consecuencias se asientan en que no pueden acceder a los beneficios que un matrimonio heterosexual goza.
Usted dirá: pero si las parejas del mismo sexo ya se han casado antes, y en efecto hay algunos casos en que así sucedió, pero para poder llevarlo a cabo han debido seguir un largo proceso. Es decir, por un amparo administrativo, y dicho trámite para las parejas heterosexuales no es necesario.
El matrimonio entre dos personas mayores de edad por mutuo acuerdo implicaría una serie de beneficios, pero en la actualidad esto no es posible porque las leyes solamente reconocen un solo tipo de unión y aquí se excluye a las parejas pertenecientes al grupo LGBTI, resultando discriminatorio.
¿Cómo se podría resolver? Legislando en el tema, para ello quienes toman las decisiones, crean y reforman las leyes deben dejar de lado sus creencias y su postura debe ir apegada a derechos humanos, garantizando que cada persona pueda formar una familia con todos sus beneficios legales.
En el tema del matrimonio igualitario y adopción por parte de de parejas del mismo sexo son temas en los que grupos religiosos se opone; sin embargo, puede estar en contra de su ideología y no pasa nada. El problema surge cuando no permitan que los demás accedan a la formalización de sus familias.
Es decir si a una persona le desagrada el chocolate, a una servidora no tendría que interesarle en lo absoluto, pues no es algo que tenga efecto en la salud física ni en la emocional u otra forma; tal vez pueda resultar extraño, pero no es suficiente para intervenir en su vida y obligarla a comer chocolate, eso sería intervenir en su privacidad.
Independientemente de la ideología religiosa o creencias, del color de la piel, origen, identidad e idioma, el respeto debe prevalecer siempre y se debe actuar sin limitar a los demás, pues es de esta manera en la que una sociedad puede vivir más sanamente.
De ninguna manera existe una licencia para imponer lo que somos, la manera que actuamos, lo que nos gusta a otras personas, pues en este sentido todos somos distintos, a algunos les puede gustar el invierno mientras que a otras el verano y no hay nada de malo, por lo que más que tolerancia hay que ofrecer respeto.