Con una trayectoria de 37 años, Silvia Martínez considera que docencia es hacer comunidad con quienes viven cerca de la escuela
Quienes se dedican a la enseñanza no únicamente comparten sus conocimientos, pues al instruir a otras personas se vuelven parte de sus vidas. Los retos más difíciles de enfrentar para una o un docente, de acuerdo a Silvia Martínez, es la pérdida de uno de sus estudiantes o cuando desertan.
Silvia Martínez, de la comunidad de San Francisco del Oro, del municipio de Parral, feminista y actualmente docente de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), en entrevista, dijo que para llegar hasta donde se encuentra tuvo que pasar por varias dificultades. Al ser la hija mayor de 5 hermanos, le pidió a su papá que le ayudara, y él accedió con la condición de que ella apoyara a sus hermanos. Por lo estudió en la Normal Experimental Miguel Hidalgo, de 1978 a 1982, y fue parte de la cuarta generación.
Al terminar su educación fue enviada a dar clases a la comunidad de Los Placeres, de la cual recordó haber sido ella la primera docente mujer. Contó que en el pueblo no había mujeres menores de 30 años, pues poco antes de que ella llegara a aquel lugar, habían ido soldados, quienes se robaron a las mujeres jóvenes. Esto la impactó mucho, pero eran cosas que sucedían en aquellos pueblos aledaños y que en la ciudad no se sabía.
Dando clases en Los Placeres, se dio cuenta que ser maestra era hacer comunidad con las personas que ahí vivían. Para ella no había horarios, los fines de semana se reunía con sus alumnos para ensayar la coreografía para algún festival o se juntaba con la gente mayor a dar asesoría.
Feminista en mis acciones y sin darme cuenta: maestra Martínez
Luego en los años 1980 a 1990, contó que fue transferida para dar clases en la preparatoria, el ambiente era totalmente diferente, pues en los salones había jóvenes que habían estado presos y estaban siendo rehabilitados, sin embargo, su entusiasmo para estar frente a un grupo siempre fue el misma.
Formó parte del grupo de educación sexual, y anterior a esto no se había dado cuenta de que era feminista, que sus acciones como el hecho de seguir estudiando para alcanzar una mejor calidad de vida, alzar la voz cuando las situaciones le parecían injustas o ser el apoyo de sus estudiantes en temas como la diversidad sexual, estaban plasmadas sus ideas feministas.
Ser maestra tiene sus claroscuros: Silvia Martínez
Rememoró que, siendo maestra de la preparatoria, un grupo la echó del salón, lo cual catalogó como uno de los momentos más complicados en su vida laboral. En ese entonces no entendía lo que había hecho mal. El grupo decidió hacer un oficio para que ella no impartiera clases ahí, y lo que supo en ese entonces, y que le quedó como lección, fue que siempre se deben detectar los liderazgos dentro de un salón de clases. Al final supo que una de sus alumnas había salido con quien era el novio de la maestra en ese entonces.
Ser docente para la maestra Silvia tiene sus claroscuros. Otro de los momentos amargos que alguien que se dedica a la docencia puede enfrentar, expresó, es el suicidio de sus estudiantes. Ante esta situación, maestras y maestros se llegan a cuestionar por qué no detectaron la situación a tiempo o por qué no hicieron más por esa o ese alumno, y queda la incertidumbre.
También es difícil el hecho de ver cómo aquellas o aquellos alumnos que tienen buenas calificaciones desertan de la escuela y luego su vida va en declive, dijo. Es ahí también cuando como docentes se cuestionan por qué no les insistieron un poco más o hicieron algo para que siguiera en la escuela.
A la maestra de Parral, ya con una licenciatura cursada en la UPN, sus ganas de seguir aprendiendo la llevaron a ser en la actualidad profesora en dicha universidad. Y hoy en día está interesada en hacer un centro cultural para las mujeres en su municipio, donde le gustaría hablar más del arte y el género, así como buscar espacios donde las mujeres puedan expresarse.