¿Qué pasa cuando quienes representan bondad, en realidad esconden a un monstruo?
Sotanas que esconden monstruos, voces silenciadas por mucho tiempo 2002, fue la primera vez que salieron a la luz los casos de denuncia contra sacerdotes por pederastia a través de un reportaje del periódico
The Boston Globe y hasta la fecha siguen surgiendo casos, pero ahora de manera internacional.
Desde 2002, el periódico The Boston Globe publicó por primera vez más de 80 casos de sacerdotes que habían cometido abuso sexual en contra de menores en Boston, Massachusetts, Estados Unidos. Por muchos años las voces de las personas afectadas perduraron en silencio, y hasta la fecha se siguen haciendo públicos más casos similares, pero a nivel internacional. En México desde 2010 a la fecha han habido 152 curas suspendidos por abuso sexual a menores.
Buscando la definición de sacerdote, encontré que son intermediarios entre la comunidad religiosa y la divinidad. Sin embargo, durante el fin de semana del 9 al 11 de febrero tan solo en el estado de Chihuahua se dieron a conocer los casos y aprehensiones de dos curas involucrados en abuso sexual de menores.
Es entonces que las reflexiones que me surgen sobre este tema son: ¿qué pasa cuando un monstruo se esconde tras una careta de bondad?, ¿quién esperaría que tras esas sotanas pueda esconderse un monstruo? Que al pensar que su formación y los pensamientos que marca la Iglesia de respetar a las otras personas las detendría de cometer actos de tal magnitud en contra de quienes les han otorgado la confianza. En el caso de abuso hecho por sacerdotes el panorama se vuelve más complicado.
En primera han construido una imagen de personas interesadas en ayudar a otros, sin esperar nada a cambio, saben usar las palabras para corregir lo malo de feligreses y además han sabido silenciar el dolor, las voces de quienes han sido afectadas por sus actos, por el abuso sexual.
Otra de las cosas que es difícil ver con claridad en estos casos viene directamente con la imagen que han mostrado durante muchos años y es que quienes acuden a esos templos creen incapaces de cometer dichos delitos, por lo que se lanzan a su defensa, sin evaluar la situación, mientras la otra parte involucrada se halla en una lucha por lo vivido y por lo que ha sido sometida por los monstruos tras la sotana.
Ahora los casos que han sido denunciados recientemente tunden a la sociedad, pues no solo ha sucedido en Chihuahua, sino que en Tamaulipas hay otros tres casos en el mismo sentido. Esto me hace preguntarme: ¿cuántos casos siguen sin que nadie detectara algo? O ¿cuántas sospechas hay ahora mismo? Y por miedo no han hablado. Pero “la verdad se intuye”, que por cierto esto ha sido una frase que escuché en un Seminario de Ética y me parece muy cierta.
Muchas veces nos negamos a la realidad, porque idealizamos las cosas como creemos que deberían ser y no aceptamos como son. En el caso de los sacerdotes no podría tacharlos a todos de ser lo mismo, pero lo que sé es que son personas y como en todo hay monstruos que atormentan el sueño de muchos y muchas menores o inclusive personas que ahora ya son adultas, pero que ellos les dejaron cicatrices.
Los sacerdotes, aunque representan un papel de buenos, no siempre hay que creerles, porque al final del día son seres humanos y como tales pueden esconder monstruos que atormentan por las noches los sueños de otras personas, hechos por los cuales deberían enfrentar a la justicia, claro que con el debido proceso y las investigaciones que podrán afirmar o negar por lo que son acusados.