Desde mis tiempos en la facultad de derecho a principios de la década de los años 70, cuando adquirí el vicio de la curiosidad por la política, nunca los partidos políticos se habían hundido como sucede actualmente, en la mediocridad, la incapacidad y el lodo, ya sea de naturaleza económica o simple canibalismo.
Años atrás miraba con un cierto regocijo el proceso de descomposición del PRI, hoy me alarma la descomposición tricolor, azul, amarilla, verde, roja o de cualquier color, porque un proceso generalizado de decadencia partidista se traduce sin muchas palabras, en abrir las puertas de par en par al populismo y al autoritarismo, alternativas que pudren cualquier democracia.
Los desfiguros en el Congreso del Estado, el gobierno estatal y los gobiernos municipales, han llegado a niveles sin exagerar de escándalo. Y eso que una buena parte de los incidentes grillo burocráticos no llegan a los medios de comunicación ni a los oídos de la opinión pública, mucho menos de los ciudadanos.
La verdad, realmente no sé a ciencia cierta en el caso de Chihuahua, si Javier Corral, Maru Campus, Blanca Gámez y los presidentes de los comités estatales y municipales de todos los partidos, en primer lugar, serán conscientes del deterioro organizacional de sus instituciones y en segundo si tendrán el valor y los arrestos para resolverlo.
O si imaginaran que el chapoteo en sus respectivas embarcaciones se reduce simplemente a una zona de juegos y tolerancia, sin percatarse que poco a poco se están hundiendo.