Atril
Todo cuanto aconteció en los valles,
las aguas termales,
su filtración cíclica,
el alumbramiento de tu tez,
la sonrisa de rostro gentil y doloroso,
cada recuerdo, desaparece entre tus letras.
En el atril nadie habla con tu fuego.
Plaquette
En el arrullo de los pájaros
toda la tarde transcurre.
No hay consejos
versos o líneas.
Se desvanecen los claveles
y las distancias de papel.
Eras la tierra y los amantes perdidos,
la palmada en el rostro,
de pubertad lejana.
¿Cuánto puedo extrañarte?
Solo queda tu nombre en la plaquette.
Carta al lector
En las estanterías hay un vacío.
Los narradores no pueden quejarse,
dibujan fronteras con dedos que arden como el fuego.
Cientos de libros de autoayuda
ocupan los espacios de la poesía.
En el vaivén de las manos perfumadas
rozan las páginas con hambre,
e incertidumbre.
Se desmoronan los versos,
ahora desaparecidos,
entre las novedades del mes.
¿Debe perderse el consuelo y la belleza para siempre?
Dolores
Tus pasos recorren el espesor de las montañas.
La espuma de los ríos
donde enjugaste la ropa
te lleva a otra frontera,
a una llanura lejana y colorida.
Un velo sobre tu rostro
una vela que acompaña tu camino
y muchas flores cultivadas entre higos.
Dolores, de pasos pequeños y firmes, serena entre la nieve y la lluvia,
Tu recuerdo se anegó
en el aroma de las galletas de maíz
y en el siena de los ojos de mi madre.
Hoy tus niños se preguntan si tu silencio es porque rezas,
porque duermes
o porque al fin;
sus lágrimas te despiertan.
Aire y nieve
Sobrevolando en la noche,
una palabra cálida
abre su camino
entre plumas blancas.
Rutina Familiar
El último mercadillo de verano
ondean las faldas en percheros improvisados.
El aroma a limón chirriando entre el aceite,
niños que corren entre los puestos del bazar.
Una preciada rutina que es solo un recuerdo;
una sonrisa entre paraguas y plantas de sombra.
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