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Víctor Hugo Rascón Banda marcó el rumbo de mi vida como dramaturgo: Antonio Zúñiga

Las grandes amistades puedes comenzar por una broma, y las personas que nos marcan empiezan por un consejo. Ésta fue la relación que el dramaturgo parralense Antonio Zúñiga Chaparro tuvo con el de Uruachi, Víctor Hugo Rascón Banda, a quien recuerda con gran agradecimiento y cariño.

Para el dramaturgo Antonio Zúñiga, fue el teatro quien lo eligió y no al revés. Se convirtió en actor cuando estudiaba Administración de Empresas en Juárez, y fue justo en esa época que conoció a Víctor Hugo Rascón Banda, encuentro que no sólo marcó su amistad, sino fue el inicio del rumbo que tomaría el resto de su vida.

“Cuando uno prueba las mieles de la escena y del drama, es prácticamente imposible desprenderse de ese influjo y por eso me quedé haciendo teatro”. –Antonio Zúñiga.

Cuando conoció al dramaturgo, situación que él mismo llama particular y hermosa, Antonio Zúñiga trabajaba como actor en Ciudad Juárez con Octavio Trías, quien con su compañía montaba “La Fiera del Ajusco”, obra de Rascón Banda, dentro del Cereso, en la parroquia que en aquel tiempo se encontraba en construcción.

Aquella ocasión la obra, que habla sobre Elvira, una mujer en los años 70’s que asesinó a sus hijos, “una especie de Medea por retener a su marido y vengarse de él”, contaba como actriz principal a Amanda Arciñiega, quien estaba presa por ser parte del movimiento revolucionario de los 70 y formar parte de la Liga 23 de Septiembre. “Formidable mujer”. Mientras que, por parte de Antonio Zúñiga, representaba a uno de los maridos de Elvira.

El día de la representación, al finalizar, Rascón Banda se le acercó a Antonio Zúñiga y a modo de broma le preguntó cuánto tiempo llevaba dentro del Cereso. Eso provocó que la cara del dramaturgo parralense se pusiera roja y de inmediato aclarara que él era actor de Octavio Trías, lo cual le hizo gracia a Rascón Banda, pues era algo que ya sabía.

Tras el primer bochorno, Antonio Zúñiga recibió una gran crítica por parte de Rascón Banda, quien le dijo que era un actor impresionante, con mucha fuerza. Y haber visto su obra “La Fiera del Ajusco” lo había hecho sentir conmovido y muy emocionado.

Y esa primera impresión de Rascón Banda se sumó a una sugerencia que le dio rumbo a su vida. Le recomendó a Octavio Trías que siguiera haciendo teatro mexicano, pero que dejara de esperar a los dramaturgos y empezaran a escribir ellos sus propias obras, lo tenían todo, vivían en México. Conocían los contextos, como el movimiento revolucionario que provocó la Guerra de Tomochi.

Aquello demostró a Antonio Zúñiga la bondad y solidaridad que caracterizaban a Rascón Banda, la empatía y simpatía para la comunidad artística del estado de Chihuahua, a quienes siempre extendió la mano, y su certeza radica en que fue él una de esas personas a quien apoyó y por lo que siempre estará agradecido.

Antonio Zúñiga vio marcado su camino como dramaturgo a partir de ese momento, apoyando en la creación de la obra “Tomóchic”, junto con Joaquín Cossío, que fue reconocida y presentada en la Ciudad de México, en la Casa del Teatro, durante el Ciclo de Teatro Clandestino Vicente Leñero, con apoyo y gestión de Víctor Hugo Rascón Banda, quien inclusive le pidió a la universidad en Juárez les pagara los pasajes.

“La identidad de los pueblos la hacen varias cosas, es un compuesto de varios factores. La identidad se da en la tierra, en la geografía, en su cultura, en el habla, en las tradiciones. Pero también la identidad de un lugar, un país, un estado, la dan sus artistas”. –Antonio Zúñiga.

La invitación a este ciclo en la Casa del Teatro, fundada por Luis de Tavira y Víctor Hugo Rascón Banda, acentuó su amistad con el dramaturgo de Uruachi y decidió quedarse al taller de Vicente Leñero, tras ser presentado por Rascón Banda, quien había sido su alumno. A partir de entonces Leñero también se volvió maestro de Antonio Zúñiga.

Encontrado el camino, el dramaturgo y actor parralense decidió vivir definitivamente en la Ciudad de México, donde estudió en esa escuela la Licenciatura de Teatro, vida que sigue con pasión y amor hasta el día de hoy. Reconoció que la influencia y la bondad de Rascón Banda fue determinante para ser quien es y hacer lo que hace en la actualidad.

Ese fue el inicio de una gran amistad, en la cual compartían la sal en casa de Rascón Banda, a quien invitaba a todas sus obras, sus estrenos. Mientras que él lo vio como presidente del Sogem, en el banco, en la Academia Mexicana de la Lengua, en la política, en la propiedad civil abriendo espacios con Casa del Teatro en Puebla y Cuernavaca, así como en Chihuahua y otros lugares.

Y cuando hay cariño también hay preocupación, Víctor Hugo Rascón Banda lo demostró con regaños, como cuando trabajó con Luis de Tavira para escribir “Santa Juana de los Mataderos”. En aquel entonces le preguntó a Antonio Zúñiga si estaba consciente de lo que hacía, del tamaño de papel que se echaría encima, y le pidió que tuviera mucho cuidado.

Así lo recuerda el dramaturgo parralense, amoroso, solidario, paternal, entrañable, y en sus obras es fácil verlo, aseguró. “Sazón de mujer”, “Apaches”, “Las armas blancas”, y no sólo es la entrañabilidad, sino también la identidad de Chihuahua. Y hablar de Víctor Hugo Rascón Banda es traer a la mente la identidad chihuahuense, de Santa Rosa de Uruachi y de Juárez.

Sus obras hablan de sus orígenes, porque el origen está en donde se nace, donde estudiaste, donde es tu oficio, tu labor, tu arte, de donde eres. Y Rascón Banda era de su familia, de Uruachi, era sus imaginaciones de niño, sus andanzas en la política, sus relaciones amorosas, sus mujeres, sus amigos. “Voces en el umbral”, “La mujer que cayó del cielo”, casi todas sus obras se tratan de quién es, de sus orígenes, de su identidad.

“La identidad de los pueblos la hacen varias cosas, es un compuesto de varios factores. La identidad se da en la tierra, en la geografía, en su cultura, en el habla, en las tradiciones. Pero también la identidad de un lugar, un país, un estado, la dan sus artistas”. –Antonio Zúñiga.

De los últimos recuerdos que tiene Antonio Zúñiga de Rascón Banda es cuando él ya estaba enfermo, en una cama de hospital, y conversando le confesó al parralense que estaba muy decaído y ya no quería escribir más. Pero Zúñiga le dijo que quien nace para escribir, se muere escribiendo. Y así fue como nació la obra “Apaches”.

En el ejemplo de Rodolfo Usigli, gran fundador del teatro contemporáneo en México, mencionó que cada pueblo tiene el teatro que se merece y cada teatro crea el pueblo que se merece. En Chihuahua es necesario que no se olvide a sus creativos, pues hay gran cantidad de actores, actrices, gente de la dramaturgia y dirección teatral que ha alcanzado grandes alturas intelectuales, pragmáticas y de principios, como Víctor Hugo Rascón Banda, mencionó. He aquí la importancia de que la gente joven se acerque a la obra fundadora, porque el teatro construye, da sentido y alma a la sociedad y a las personas.

Jornadas Rasconbandianas, una manera de no olvidar: Antonio Zúñiga

Ahora las Jornadas Rasconbandianas llegarán a cada lugar donde alguna vez se leyeron los textos del dramaturgo. En 2020 el programa virtual será acompañado por la Compañía Nacional de Teatro. Más información en esta página: http://www.rasconbanda.art/vida/

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