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México es muy vulnerable al cambio climático: Mario Molina. Muere Nobel mexicano

Con una vocación que le llegó a muy temprana edad, Mario Molina, el mexicano ganador del Premio Nobel de Química en 1995, ayudó a frenar la destrucción de la capa de ozono y a empezar un cambio en el mundo. Ahora se despide para dejar la lucha por el medio ambiente a las demás generaciones.

José Mario Molina-Pasquel Henríquez nació en la Ciudad de México un 19 de marzo de 1943. Con el apoyo de su tía Esther Molina, quien también era química, se enamoró de la física y la química la primera vez que vio con un microscopio de juguete los microorganismos de una gota de agua.

“México es muy vulnerable al cambio climático porque tenemos muchas costas, debemos trabajar para detenerlo”. –Mario Molina.

En 1995, junto a Sherwood Rowland y Paul Crutzen, ganó el Premio Nobel de Química, por su investigación de las sustancias que causan deterioro en la capa de ozono, las cuales en un principio se creyó eran totalmente inofensivas.

En el camino hacia el Nobel, viajó por el mundo para estudiar. A partir de los 11 años se fue a Alemania, al Instituto Rosenberg, para aprender alemán, donde pasó toda su educación básica.

Al empezar la universidad regresó a México para estudiar en la UNAM, de donde se recibió como ingeniero químico. Después de eso volvió a Alemania por un posgrado y se fue a Estados Unidos, a la Universidad de Berkeley, para obtener el Doctorado en Física-Química, donde trabajó con George Pimentel.

Fue en 1973 que conoció a Sherwood Roland, a quien se uniría en la Universidad de California. El científico le propuso a Mario Molina estudiar los clorofluorocarbonos o CFC, presentes en ciertos productos industriales que se creían inofensivos para las personas.

Los clorofluorocarbonos eran usados por la empresa Du Pont en productos para refrigeración, como propulsores en aerosol y en la fabricación de espuma plástica. Y con la investigación de Mario Molina y Sherwood Roland se percataron que estos se acumulaban en la atmósfera; y a pesar de no ser tóxicos, su comportamiento era peligroso.

Los CFC, que permanecen en la atmósfera de 40 a 150 años, suben hasta la estratósfera y al ser expuestos a la radiación solar se descomponen, produciendo una alta concentración de átomos de cloro que bajan y destruyen la capa de ozono, haciéndola delgada. Si el uso indiscriminado de estos hubiera continuado, entonces la entrada de rayos ultravioleta habría crecido, aumentando casos de cáncer de piel y cataratas, entre otras afecciones.

En 1977 publicaron la investigación en la revista Nature, pero no fue hasta 1985 que la comunidad científica se dio cuenta que había un agujero en la capa de ozono antártico, dándole la razón.

Este descubrimiento no sólo le otorgó a Mario Molina el Premio Nobel de Química, sino que también fue un aliciente para firmar la Convención de Viena y crear el Protocolo de Montreal, que regulan las emisiones de los clorofluorocarbonos. Y a raíz de esto, en la actualidad se ha podido ver un mejoramiento en la capa de ozono.

Mario Molina también luchó en el combate del cambio climático, del cual señalaba que una de las problemáticas principales es que es una situación irreparable desde un solo país, ya que compete al mundo. Ahí la importancia de trabajar en grupo, desde los gobiernos.

Asimismo, aseguró que el Acuerdo de París no era suficiente para revertir el daño hecho al medio ambiente, el cual sería lento, pero significaba un buen camino de inicio. Explicó que en el caso específico de México, el cambio climático lo hacía muy vulnerable al estar rodeado de costas, y con el derretimiento del hielo polar las poblaciones van perdiendo territorio.

La partida de Mario Molina

Mario Molina falleció justamente el día que se anunciaron a las ganadoras del Premio Nobel de Química 2020, dejando una lucha para las generaciones actuales, y una huella que terminó dándole al mundo un poco más de tiempo.

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