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No estoy lista para que la pandemia nos quite el Día de Muertos

En el décimo mes del año 2020, esta pandemia que nos ha impedido seguir con una vida normal sigue estando presente, aun cuando los gobiernos buscan el regreso a la nueva normalidad, que incluye una lista exclusiva de: no todos al mismo tiempo. Y por mi mente sólo pasa la pregunta: ¿qué sucederá con el Día de Muertos?

Visitar los panteones, para muchas personas, nos significa un alivio emocional y un acercamiento a quienes se nos adelantaron. No poder aproximarte en momentos de alta demanda, como lo son durante el Día de la Madre o el Día del Padre, ha sido doloroso y difícil, sin contar con los días especiales que cada familia celebraba con sus difuntas, y que han quedado enterradas en esta primera mitad del año.

“No sé qué tienen las flores, Llorona / Las flores de un camposanto.” –fragmento canción “La Llorona”.

La celebración de la visita de quienes se adelantaron y todo lo que conlleva la preparación del Día de Muertos es la culminación del amor que se les puede demostrar durante el año. Al menos en México y en mi familia.

Es en ese momento que todo parece alinearse, el clima, la energía, el ambiente, el sol abrasador y los paisajes llenos de nostalgia y flores, de colores y calaveras. Mi día favorito del año.

Sin embargo, como todo en este año, con una pandemia que ha cobrado a nivel mundial más de un millón de vidas, y en México 82 mil 726, la fecha que cada vez se aproxima más va perdiendo los colores, los sabores y hasta los aromas.

A momentos las aglomeraciones de automovilistas que ya pueden verse en las calles nos hacen pensar que todo lo sucedido en los meses anteriores fue sólo un mal sueño, una película tal vez que se nos quedó muy clavada en el subconsciente. Pero nada más encendemos la televisión o revisamos las redes sociales y nos percatamos de que todo continúa.

Este virus, que no es clasificado como de los más mortales, pero sí de rápida propagación, nos ha dejado grandes lecciones, que también se van olvidando. La vida es demasiado frágil, el poco respeto que muestran las civilizaciones hacia la naturaleza están cobrando factura y la humanidad no se ha perdido, pero tampoco se ha salvado.

Y con todas las lecciones de este año, por mi mente sólo puede rodar la pregunta: ¿qué pasará con el Día de Muertos?, ¿podremos limpiar las tumbas?, ¿llevar flores, cantar canciones, dar ofrendas y lágrimas?, ¿relatar las anécdotas, cubrirnos del sol y comer chilindrinas al salir, con el típico y reconfortante vacío en el pecho?

Poco a poco nos vamos dando cuenta de lo gris, frío y triste que se ha vuelto este año, de las personas a las cuales les hemos tenido que decir “hasta luego” o “adiós”, y de las nuevas enfermedades mentales que hemos albergado.

Espero el Día de Muertos con ansias, al menos el altar seguirá alumbrando el día y las flores llenarán con su aroma el pequeño refugio en el cual una imprudencia humana nos tiene en el semiencierro.

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