En la vida nos topamos con personas que llegan a ser tan importantes como la misma familia, de quienes aprendemos y con quienes contamos. Víctor Hugo Rascón Banda fue para el dramaturgo juarense Pilo Galindo un hermano mayor, un mentor y un mejor amigo.
Los recuerdos de Pilo Galindo son sobre todo de un hombre que lo procuraba, que se preocupaba por él y que gustaba igualmente de abochornarlo y de presumirlo ante las demás personas.
“La dramaturgia de Víctor Hugo Rascón Banda se debe a eso, a que habló de su aldea, de lo que le tocó vivir”. –Pilo Galindo.
La manera en que el dramaturgo juarense conoció al de Uruachi fue una vez que Víctor Hugo Rascón Banda lanzó una convocatoria para el montaje de una obra de teatro, que hizo levantar la furia de Pilo Galindo al no ser elegido, y reclamó aquello.
Poco tiempo después, al ir a Coyoacán a ver una obra de Rascón Banda, al fin platicó con él y recibió una disculpa del dramaturgo de Uruachi por el proceso de selección. Aquel fue el inicio de la relación de hermandad entre ambos.
Pilo Galindo se ve a sí mismo como un hombre en fachas, por siempre andar ocupado montando obras; y algo temperamental, pues durante las representaciones cuando algo no le gusta se sale, ocasionando de vez en vez algún escándalo entre las presentes.
Recordó que en una de esas ocasiones en las cuales se salió durante la representación de una de sus obras, lo hizo pero no por crítico, sino porque la fila de espera para entrar había sido tan larga que no había tenido oportunidad de ir al baño, y terminó saliendo a mitad de la obra, aunque regresó de inmediato.
Con aquello se ganó un regaño de Víctor Hugo Rascón Banda, quien le dijo que no volviera a salirse y si tenía que ir al baño, se aguantara.
También recuerda, con eso de andar vestido chamagoso, que la primera vez que ganó el Premio Nacional de Dramaturgia Víctor Hugo Rascón Banda, su esposa Silvia le pidió al dramaturgo sierreño que lo hiciera comprarse un saco, para no llegar con sus “fachas de teatrero malpagado”.
Y así lo hizo, Pilo Galindo se hizo de ropa apropiada para un premio que ganó durante dos años consecutivos, motivo por el cual cambiaron las reglas para que nadie más volviera a llevarse el galardón dos veces seguidas.
Aunque había ocasiones en que Rascón Banda gustaba de abochornarlo precisamente por su manera de vestir, como una vez que Pilo Galindo llegó a una conferencia de prensa viéndose como un “maistro” albañil recién salido de trabajar.
Al verlo entrar, Rascón Banda tomó el micrófono para anunciar la presencia de Pilo a todas las personas presentes, quienes voltearon a verlo. Era costumbre, y no por evidenciarlo, sino más en un acto de cariño, para presumirlo de alguna manera.
El dramaturgo juarense, señaló que era usual también que Rascón Banda lo llevara con él a todas partes cuando viajaba a la Ciudad de México, inclusive en círculos con Carlos Montemayor, Sebastián e Ignacio Solares. Y en aquellas reuniones no lo dejaba solo, siempre estaba a su lado, conversando y contándole anécdotas graciosas, como un hermano mayor.
Unas horas antes de su muerte, Pilo Galindo y su esposa Silvia llamaron a casa de Rascón Banda, pues estaban en la Ciudad de México, y el ama de llaves les dijo que no podía contestarles porque estaba muy delicado. Sin embargo, al fondo se escuchó la voz del dramaturgo preguntando quién era y al saber que alguien de Chihuahua pidió que le pasaran el teléfono. Hablaron un momento y luego los recibió en su casa, donde bebieron chocolate mientras platicaron durante un buen rato.
Aquella madrugada fue Silvia quien recibió la llamada y llorando le dijo a Pilo Galindo que Víctor Hugo Rascón Banda había fallecido. “Sentí en aquel momento que nos habíamos quedado huérfanos”, mencionó con tristeza.
La pérdida del dramaturgo de Uruachi representó un gran dolor para Pilo Galindo. Aún ahora lo extraña mucho, lo hace sentir melancolía y nostalgia. Lo hizo parte de la familia, y en la actualidad sigue sintiéndose cobijado por su generosidad.
Como persona, le tendía la mano a todo el mundo, pero sobre todo a las y los artistas chihuahuenses. Hacía sentir ese calor humano del amigo, del paisano.
Y como creador, Víctor Hugo Rascón Banda es una marca muy poderosa, aseveró Galindo. Quienes lo van conociendo se dan cuenta de la dramaturgia tan fuerte que tenía, una especie de Abel Carrillo. Y lo más impresionante es que nació en un pueblo tan pequeño que jamás se esperaría que saliera un genio de allá, dijo.
Víctor Hugo escribió de lo que vivió, de lo que sabía, y legó esa escuela no sólo al dramaturgo Pilo Galindo, sino a muchas generaciones más. Hablando de lo que le pasaba en aquel rancho, cosas buenas y malas que sucedían, amorosas y crueles, lo hizo mundial.
Y si Pilo Galindo tuviera la oportunidad de hablar con él una vez más le agradecería todo lo que aprendió de él, por hacerlo sentir que no estaba solo y hacerle saber que el arte no es inútil. “Porque cuando uno se muere de hambre se va rajando”, mencionó, pero Víctor Hugo Rascón Banda le dio fe en el trabajo. Y seguro escribirían una obra de teatro en la cual podrían actuar juntos.
Por último, pidió a Lorena, sobrina de Rascón Banda, pero que fue como su hija, que no deje morir su memoria y continúe esforzándose por las Jornadas Rasconbandianas. Le agradeció mantenerse en pie de lucha, “porque no morimos hasta que nos olvidan”.
Jornadas Rasconbandianas abraza el recuerdo del dramaturgo: Pilo Galindo
Ahora las Jornadas Rasconbandianas llegarán a cada lugar donde alguna vez se leyeron los textos del dramaturgo. En 2020 el programa virtual será acompañado por la Compañía Nacional de Teatro. Más información en esta página: http://www.rasconbanda.art/vida/
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