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Crónica verde: entre árboles y plástico

Hace alrededor de un mes me di cuenta del intercambio, por medio de redes sociales, de plástico PET por árboles de ornato, que se llevaría a cabo en la bien conocida Plaza del Ángel, en esta ciudad de Chihuahua, actividad que realizaría la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología el 11 de julio a las 9 de la mañana, para celebrar el Día del Árbol.

Durante todos esos días estuve juntando las botellas de plástico de productos que consumimos en mi casa, de ahí empecé a darme cuenta de los beneficios de separar la basura, ya que al no mezclar el PET con el resto de desperdicios, la cantidad de estos parecía ser menor.

Un día antes de la entrega de árboles, limpié bien las botellas y las guardé en una bolsa grande, ya que en varios grupos de Facebook habían advertido que muchas personas solían asistir a este tipo de eventos. Yo, algo incrédula, llegué a pensar que seguro eran exageraciones y que tal vez podría dormir un poco más antes de irme. Sin embargo, a la mañana siguiente noté también en redes sociales que la gente advertía, a las 8:15 horas, 45 minutos antes del evento, que ya había en fila varias familias interesadas en adquirir uno o más árboles.

Tener un árbol aporta varios beneficios como ayudar a combatir el cambio climático, ahorrar agua, conservar energía, proporcionar oxígeno, reducir la violencia, refrescar las calles y las ciudades, entre otros tantos.

Al saber que tal vez tendría que hacer una fila enorme decidí irme de inmediato, porque pensé que siendo un evento de Gobierno lo más probable sería que se convertiría en una espera de tres horas bajo el intenso sol de verano, y precisamente hoy las nubes brillaron por su ausencia, me apresuré a salir hacia el Centro de nuestra ciudad.

Llegué al Ángel a las 9:00 de la mañana, las camionetas con los árboles, grandes y pequeños, se podían ver justo entre esta plaza y la de los frisos, mientras que habían montado dos carpas grandes y un enorme letrero con la leyenda “Día del Árbol 2019” justo frente a la rotonda.

Bajo las carpas había un grupo grande de personas y salía una fila que llegaba hasta la avenida Carranza, por lo que emprendí una carrera para ganarles a varias personas más que ya se acercaban con sus bolsas llenas de botellas de plástico, aunque al final todos íbamos a la misma fila, y a esperar el mismo tiempo.

Ya formada me di cuenta que la fila era más larga de lo que parecía, pues bajo una de las carpas ésta daba varias vueltas, como esos recorridos que nos hacen dar en los bancos para meter más gente en espacios pequeños, por lo que pude percatarme que habíamos ahí, en ese momento, al menos 200 personas y seguían llegando.

El ambiente se percibía muy familiar, al ser temporada vacacional se veía a madres y padres con niños y niñas, inclusive se veían con personas adultas mayores o grupos de jóvenes, y había quienes íbamos solas. Los medios de comunicación no dejaban de tomar fotografías ni de hacer entrevistas para la televisión. Estaba siendo parte en ese momento de un suceso muy importante: el ansia de la comunidad por mejorar nuestro medio ambiente y crear una conexión con la naturaleza.

Yo llevaba una bolsa con unas 30 botellas, pero por un momento pensé que no serían suficientes, pues a mi alrededor podía ver a las demás personas con dos o tres costales, inclusive más. Por ahí escuché mencionar que la publicidad decía que se daría un árbol por cada 20 o 25 botellas de plástico, sin embargo, en la que me tocó ver a mí no decía nada de eso, pero sí se indicaba que los árboles serían uno por persona que llevara su PET.

No duré ni dos minutos en el mismo lugar cuando la fila empezó a avanzar y no se detenía por mucho tiempo. Para ese momento yo estaba más ansiosa porque al saber que darían árboles de ornato, imaginé que lograría obtener un chabacano o un árbol de limón. No obstante, mientras conversaba con las señoras de la fila, nos dimos cuenta que los árboles no eran frutales, sino que se trataban de truenos, moros, pinos, chiltepín, lilas, palmeras y encinos rojos. Esto me decepcionó un poco, porque ya tenía planes para mi árbol frutal, sin embargo, también me sorprendió saber que darían árboles chiltepín, por lo que en ese momento tuve una nueva meta, yo quería uno de esos.

La fila avanzaba, pero no disminuía, pues gente seguía llegando y llegando, inclusive creció más a como yo la encontré. A un lado de las carpas, la montaña con bolsas llenas de botellas de plástico crecía y un joven pasaba entre las filas con una caja de cartón pidiendo separaran las tapaderas, las cuales iba recogiendo.

Al llegar a la primera carpa había dispuestas varias mesas en fila a cada lado, en ellas sentadas varias mujeres, quienes además de tomar tus datos, los cuales dijeron que eran para tener un registro de las personas que recogían árboles, te entregaban un tríptico con información sobre cómo trasplantar, así como uno o varios vales para recoger tu árbol, dependiendo de la cantidad de PET que llevaras. Fue aquí donde surgió un problema con una de las señoras que asistía a cambiar su plástico, pues a ella sí le tocó ver la publicidad donde se indicaba que se daría un árbol por cada 20 a 25 botellas de plástico, y ella exigía 6 árboles. Y aunque la señora se mostraba algo enojada, el personal de Ecología siempre mostró amabilidad y le entregaron sus 6 vales sin mayor problema.

Luego de esta segunda etapa vino la tercera, ¡otra fila! Pero seguíamos avanzando hasta al fin llegar a la zona donde te daban tus árboles. En las camionetas había varios empleados que respondían preguntas sobre los cuidados de las estas plantas y además te daban uno que otro consejo.

Las mismas trabajadoras me mencionaron que el año pasado juntaron alrededor de 3 toneladas de plástico, por lo que esperaban doblar la cifra y veían con buenos ojos la meta, pues la gente no dejaba de llegar a formar esa fila de una hora para obtener uno de los hermosos 8 mil árboles que estaban dando en adopción.

La amabilidad reinó en el intercambio de plástico por árboles

En general el evento estuvo muy bien organizado, las filas avanzaban muy rápido a pesar de la multitud que no se detuvo ni un momento. Te ayudaban si requerías de consejos y te permitían tomar el árbol de tu elección. La amabilidad no cesó por parte de los trabajadores de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología. Tal vez la desinformación fue uno de los pocos enemigos de esta mañana, pues algunas personas habían escuchado ciertos datos sobre cómo se llevaría todo a cabo, mientras que otras tenían información completamente diferente. Asimismo, no faltaron los negritos en el arroz, esas personas abusonas que buscan meterse en la fila para ahorrarse un par de minutos a costa de los demás. Pero a pesar de esto, fue una mañana muy a mena, especialmente al ver la consciencia que ha creado la necesidad de hacer un cambio en nuestro medio ambiente y optar por empezar a cuidarlo, comenzando por la reforestación y el acercamiento con la flora de la ciudad.

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