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Víctor Hugo Rascó Banda me formó en muchos sentidos: Jéssica Canales, dramaturga

Los encuentros con las personas que marcan nuestras vidas pueden derivar de situaciones tan cotidianas como donar sangre, pero representar un antes y un después en quienes somos. El encuentro con Víctor Hugo Rascón Banda, tal vez forzado en un comienzo, se convirtió en una amistad entrañable y muy querida para la dramatura, psicoanalista y abogada Jéssica Canales, dramaturga, directora y productora de teatro y radio.

Originaria de Ciudad Victoria, Tamaulipas, Jéssica Canales entró a Sogem (Sociedad General de Escritores de México) a cursar un diplomado de creación para aprender a estudiar teatro. Estando en segundo semestre fue cuando le llegó la noticia en la cual pedían unidades de sangre para Víctor Hugo Rascón Banda por su padecimiento de leucemia.

“Víctor Hugo Rascón Banda reconoció la inocencia de providencia e mí, esa que él mismo tenía”. –Jéssica Canales.

Recién salida de Tamaulipas, allá por 2004, aún con la inocencia norteña, mencionó, llegó al Hospital ABC, donde el dramaturgo chihuahuense estaba internado. A partir de entonces ella se aparecía todas las mañanas en su puerta, sin cruzar el umbral, para saber cómo había amanecido. “Saludaba y me iba”.

En uno de esos días le dijo: “norteña, si vas a venir mañana, trae los periódicos”. A Rascón Banda le gustaba leer la prensa de El Universal y La Jornada. Desde ese día comenzó a leerle las noticias todos los días, pero las lecciones no terminaban con él, señaló, pues siempre le preguntaba sobre los significados de las palabras. Y de esas palabras le encargaba escritos.

Poco a poco fue estrechando lazos no sólo con el maestro Rascón Banda, sino también con su madre y su sobrina Lorena, con su papá y Pastora, ama de llaves de su casa en Ciudad de México. Viéndolo en perspectiva, la productora Jéssica Canales, dijo que en aquel momento ella había estado fuera de lugar en un sitio tan grande como lo es la CDMX.

Había llegado ella con sus costumbres tamaulipecas y no tenía en aquel momento los filtros sociales e impersonales de la capital del país. “La inocencia de provincia”, la llamaba él, pero así fue como él logró darse a conocer en la Ciudad de México, aseguró, por atrevido. Y ese mismo ímpetu lo reconoció en Jéssica Canales, el atrevimiento que más tenía que ver con la calidez norteña.

También en el hospital fue cuando se dio cuenta de lo mandón que era Rascón Banda, le gustaba controlar su entorno, pero cuando se tiene alguna enfermedad y se está en algún hospital, aquello es difícil, y Jéssica Canales tuvo que luchar algo contra él.

Contó que el dramaturgo de Uruachi se negaba a que ella o sus familiares se quedaran a dormir. Sin embargo, como un acto de solidaridad, la directora se quedaba a cuidarlo para que su mamá y su sobrina se fueran a descansar, pero Rascón Banda la corría, por lo que ella optaba por esconderse bajo la cama y ahí se dormía para cuando se le necesitara.

Lo recuerda de igual manera como un hombre políticamente fuerte, mientras que ella era una chamaca que no entendía nada, tanto que recuerda que le llamaban figuras de renombre, como los abogados de Tony Motola, por alguna bronca con la obra de teatro “Cautiva”, sobre el secuestro de la hermana de Thalía.

Esas llamadas eran usuales, y en uno de esos momentos Rascón Banda le pidió que contestara el teléfono, al hacerlo era una persona que decía hablar de parte de Vicente Fox, pero ella le colgó pensando que era una broma pesada. Al informarle al dramaturgo, él le avisó que había estado esperando esa llamada.

Víctor Hugo Rascón Banda tenía el don de dar una lección siempre, aun cuando no les gustara a las personas aludidas. A Jéssica Canales le pasó en algún momento cuando él ya había salido del hospital y había regresado al Sogem. Ella se encontraba en sus oficinas, sin ninguna ocupación, cuando él entró y le preguntó qué estaba haciendo.

En aquel momento la psicoanalista estaba en un lapso de precariedad, así que decidió pedirle trabajo, y tras armarse de valor le preguntó muy despacito, como para que no la escuchara. Ella recuerda que él se quedó callado y volteó a verla muy enojado para decirle que se regresara a Tamaulipas a ordeñar vacas. “Si quieres trabajar tráeme una novela, una obra de teatro, dime qué director quieres, yo te apoyo”, le soltó el dramaturgo, haciéndola enfurecer.

En aquel momento Jéssica Canales no entendió el mensaje de aquel regaño, sólo podía concentrarse en el enojo que la llenaba desde dentro, y no fue hasta que pasaron muchos años que comprendió que Rascón Banda buscaba empujarla a la escritura, la razón por la cual había llegado a la Ciudad de México. Y ella se dio cuenta hasta después de su muerte, cuando alguien le dijo que en “Diario de un desahuciado” venía un párrafo donde se refería a ella como su amiga escritora Jéssica Canales, quien lo cuidó en el hospital.

Esas lecciones estaban en todo lo que hacían, como cuando asistían a cenas y le pedía a ella que conviviera y no perdiera el tiempo comiendo, pues esos eventos eran para conocer gente, para conversar. Sin descuidar los modales, recuerda, porque Rascón Banda siempre fue de modales muy refinados.

Y a pesar de pasar el tiempo hay guiños de Víctor Hugo que siempre permanecerán con ella, como escribir con lápiz, porque al dramaturgo nada le daba más placer que tener un bonche de lápices con buena punta en su escritorio. Cuando ella se pone a escribir, lo hace al lado de dos veladoras encendidas, una de San Martín Caballero, de quien era devoto Rascón Banda; y otra de San Judas Tadeo, por su abuela.

También, mencionó que en la entrada de su casa hay una fotografía de Rascón Banda, a quien saluda y despide siempre que sale o entra. Y cada vez que ella hace una obra de teatro, en los pósteres, donde no se vea, esconde el nombre de Víctor Hugo Rascón Banda.

Lo recuerda cada día como el hombre apasionado, político, vivo, comprometido, generoso, amoroso y orgulloso de su familia y sus raíces, de su origen. Un gran conversador a quien le gustaba contar historias, pero también escuchar, sobre todo a las mujeres.

Cuando falleció, Jéssica Canales, como buena norteña, no sabía qué hacer con el dolor. Recuerda el lugar donde lo velaban atestado de televisoras, de gente de todo tipo. Y mientras les veía llorar, ella no sabía qué hacer con su propio duelo, hasta que decidió juntar todas y cada una de las cintas que iban en las flores, “eran cientos, no se podía ni caminar”.

Al terminar se las llevó a casa, las ordenó por orden alfabético y las entregó a la familia del dramaturgo. Aceptó haber cortado una hoja del arreglo de flores que lucía sobre la caja fúnebre y aún la conserva.

Jornadas RasconBandianas, una lecció más del dramaturgo: Jéssica Canales

Ahora las Jornadas RasconBandianas llegarán a cada lugar donde alguna vez se leyeron los textos del dramaturgo. En 2020 el programa virtual será acompañado por la Compañía Nacional de Teatro. Más información en esta página: http://www.rasconbanda.art

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