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Denme dos generales como Morelos y conquistaré al mundo: Napoléon

José María Morelos y Pavón fue un verdadero Siervo de la Nación, alias con el que se conoce en la actualidad. Su entrega, humildad e inteligencia lograron que grandes los admiraran, temieran y odiaran, aunque al final las malas decisiones del gobierno, y su lealtad ciega, lo hicieron caer de la peor manera. ¿Qué tanto conoces de este personaje de la Independencia de México?

Morelos nació en Valladolid (ahora Morelia) un 30 de septiembre de 1765. A diferencia de otros personajes independentistas, él no tenía la vida resuelta. Aunque sus padres eran criollos, su casta estuvo siempre en duda por el color moreno de su piel, e inclusive se ha rumorado que en realidad tenía una mezcla de sangre indígena y negra, a pesar de que los documentos indican que fue un criollo limpio legítimo.

Sus padres eran de escasos recursos. Su madre, Juana María Guadalupe Pérez-Pavón y Estrada, fue una mujer que vivía peleando su estatus como criolla; mientras su padre, José Manuel Morelos y Robles, era un carpintero alcohólico, lo que lo llevó a ser echado de la familia por parte de Juana María cuando Morelos tenía apenas 10 años. Su padre y su hermano mayor Nicolás se marcharon, dejándolo a él con su madre y su hermana mayor.

“Denme dos generales como Morelos y conquistaré el mundo”. –Napoleón Bonaparte.

Al ser el hombre de la casa, Morelos tuvo que dejar la escuela e irse a trabajar con su tío a una hacienda, donde empezó resolviendo asuntos administrativos, pues era un niño muy inteligente, pero terminó siendo arriero, hasta la edad de 25 años, cuando su padre y su hermano regresaron a la casa.

El camino religioso llegó cuando Juana María decidió pelear por la capellanía que había fundado su padre y que le correspondía como herencia, sin embargo, para hacerse de ella Morelos debía convertirse en sacerdote y para esto se matriculó en la Universidad de San Nicolás. El detalle estaba en que la mayoría de estudiantes eran adolescentes de alrededor de 15 años, mientras que él estaba a la mitad de sus veintes, situación que lo caracterizó. Fue en este lugar que conoció a Miguel Hidalgo y Costilla, el Padre de la Patria, quien era rector y se volvió la admiración del brillante alumno José María Morelos.

Cuando salió de la universidad, Morelos ya rondaba los treinta años, por lo que se le dio una vicaría, pero cambiaron de opinión reconociendo que su viejo estudiante era un hombre inteligente y lo nombraron párroco. Sin embargo, lo mandaron a la parroquia más olvidada y en medio de la nada en Tierra Caliente. Pero Morelos, al ser entregado y trabajador, decidió ir con buena actitud y se llevó con él a su madre y hermana, no obstante el camino era difícil y su madre no lo soportó, por lo que terminó muriendo.

Como la vida gustaba de ponerle baches a José María, al ser enviado a la parroquia de Tierra Caliente notó que la situación estaba algo difícil. El pueblo indígena no trabajaba ya sus tierras, sino que las rentaba y con el dinero pagaba a la parroquia lo correspondiente a impuestos, y lo que les sobraba lo usaban en vicios. Pero para Morelos ese no era el comportamiento correcto, pues las leyes decían que indígenas debían pagar en especie con lo que sacaban del producto de sus tierras, así que poniendo manos a la obra empezó a ordenar el lugar, situación que no agradó mucho a las y los pueblerinos, por lo que no tardaron en quejarse por medio de cartas.

En las misivas, dirigidas a Valladolid, indígenas indicaban que el cura del pueblo los estaba tratando sumamente mal, pues los regañaba y les exigía tributo. Y al darse cuenta Morelos indicó que no era verdad, lo único que él buscaba era que ellos se ajustaran a sus usos y costumbres y empezaran a trabajar la tierra para generar alimentos, pues se suponía que estos alimentos debían ser usados como moneda a la parroquia, la cual se debía encargar de venderlos para obtener recursos; cosa que había cambiado con el cura anterior, pues éste al recibir dinero en efectivo se le volvió todo más fácil.

Por las quejas, las autoridades decidieron ir a revisar, además de entrevistar al cura que había ocupado la parroquia antes de Morelos. Durante la entrevista, éste les dijo que no debían creerles a las y los indígenas, pues la situación sí era muy mala y a su parecer Morelos era una buena persona que intentaba llevarlos por un mejor camino. Por lo que, a regañadientes, la gente del pueblo tuvo que retomar sus tierras y comenzar a trabajarlas por cuenta propia.

José María Morelos no era un cura que sólo se quedaba a ver y mandar, él también ayudaba con el trabajo, el cual no tardó en dar sus frutos, que comenzaron a excederse, por lo que el cura decidió comerciarlos, generando dinero y desarrollo para el pueblo. No como los otros curas, Miguel Hidalgo incluido, quienes se gastaban el dinero que era para el pueblo en fiestas, generando deudas. Sin embargo, Morelos era piadoso y prefería dar todo para el bien de la gente, explicó el filósofo durante la clase. Dato curioso, ¿sabías que él se movía de un lado para otro sobre un burro?

Al estar en medio de la nada, era difícil que el cura se diera cuenta de las noticias, aunado a que trabajaba de sol a sombra, por lo que la carta de Gobierno que le llegó en 1809 acerca de la petición de dinero para recibir al rey de España fue más que una sorpresa. Noticia que no le gustó a Morelos, pues no tenían dinero y eso los orilló a cobrar los impuestos más seguido.

Una segunda carta hizo que Morelos, sobre su fiel burro, emprendiera el camino. En ella el obispo Abad y Queipo, íntimo amigo del Padre de la Patria, anunciaba haber excomulgado a Miguel Hidalgo luego del Grito de Dolores. Por lo que José María, quien tenía en gran estima al exrector de la Universidad de San Nicolás, decidió ir a buscar las respuestas sobre lo que estaba sucediendo en ese momento.

Al encontrar a Miguel Hidalgo, José María Morelos conoció todo sobre el movimiento independentista. Para ese momento él ya se planteaba la necesidad de una independencia de México, así como alejarse de Fernando VII, y, seguido de la admiración que sentía por Hidalgo, aceptó unirse al movimiento, aunque no quería dejar  su ideología pacifista, por lo que le pidió que lo pusiera como capellán, ya que los soldados necesitarían guía espiritual, algo que Miguel Hidalgo rechazó, diciéndole que en ese momento necesitaba que marchara hacia el sur a tomar Acapulco, brillando la escasísima capacidad de estrategia del Padre de la Patria, y aún así Morelos aceptó las órdenes.

Tras regresar a Tierra Caliente, Morelos se hizo de un grupo de 25 personas para marchar hacia Acapulco. Una de las tantas cualidades del cura era su practicidad, por lo que mientras se dirigía al sur, a pueblo que llegaba lo liberaba y proclamaba independiente. Indicándoles que ya no tenían la obligación de pagar impuestos ni de rendir cuentas a españoles. Esto alentaba a la gente, y en muchas personas nacía el deseo de unirse a u ejército, pero Morelos era un estratega y sabía que no todas tenían las cualidades suficientes para tomar las armas, por lo que rechazó a la mayoría y les explicó que lo mejor que podían hacer era trabajar la tierra para sacar alimento, pues sería necesario en esos tiempos. Asimismo, pueblo que liberaba, le dejaba un documento de independencia a nombre de Hidalgo, a pesar de que éste último en ningún momento le pidió tal cosa ni le dio ningún material.

Al llegar a Acapulco ya contaba con un ejército de 2 mil hombres, a los cuales había seleccionado minuciosamente, haciéndose de generales. Sin embargo, sus jugadas pacíficas no funcionaron en este lugar, pues al intentar hablar con la gente, ésta le dijo que no estaba lista aún y la citaron a cierta hora en la noche. Llegado el momento, Morelos decidió repartir el ejército en tres flancos y no ir todos por si pasaba algo, y así fue. Esa noche, al intentar entablar una negociación, Morelos y su ejército fueron recibidos con agresiones, lo cual hizo ver al cura que no todas las situaciones podrían tratarse de la misma manera, y que en este caso, y en adelante, la fuerza organizada sería más necesaria. Así, bien armado, terminó controlando todo el sur.

El cura José María Morelos y Pavón sabía que la organización del ejército era fundamental, por lo que hacerse de lugartenientes de confianza fue primordial, y así formó un equipo en el cual resaltaban los nombres de los hermanos Bravo: Máximo, Víctor, Miguel y Leonardo, y el hijo de éste, Nicolás; los hermanos Galeana, Hermenegildo y Pablo; Mariano Matamoros, Vicente Guerrero y Guadalupe Victoria.

La tenacidad de Morelos, su don de liderazgo, la humildad e inteligencia lo hicieron tener un renombre a nivel inclusive mundial, pues de acuerdo con lo que comentó Carlos Ordóñez, se dice que hasta Napoleón Bonaparte mencionó que con dos generales como Morelos, conquistaría el mundo. Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas, pues su fama lo hizo ganarse un archirrival: Félix María Calleja.

Una vez que el cura se hizo del control del sur, y luego de la destitución y muerte de Miguel Hidalgo, Ignacio López Rayón se quedó como cabeza de la independencia, al haber sido el secretario del Padre de la Patria.  Y fue éste y los realistas quienes le pidieron ayuda a Morelos, por lo que accedió, ya que estaba de acuerdo en la creación de un Congreso, aunque no le gustaba la idea de promover a Fernando VII como rey. De este modo fue como empezaron a darse los congresos, los cuales tenían que estar en constante movimiento y vigilados siempre por el ejército de Morelos y avisados de peligros por Leona Vicario.

El ocaso del gran líder insurgente empezó cuando durante una redada Matamoros fue capturado, Morelos ofreció cambiar su vida por 200 prisioneros realistas, algo no aceptado por el otro bando y que terminó en el asesinato de su amigo, lo que ocasionó la molestia del Congreso, quien le ordenó asesinar a los prisioneros, sentencia que se llevó a cabo.

Antes de su muerte, Morelos empieza a fracasar en sus misiones debido a las malas decisiones del Congreso, y a la ciega obediencia del cura. En una de las redadas un soldado se queda en el camino, por lo que Morelos se regresa y es capturado. Ante esto se le ofreció una muerte rápida y honorable si pedía perdón, pero a pesar de hacerlo fue torturado, excomulgado y asesinado el 22 de diciembre de 1815, bajo las órdenes del en ese entonces virrey Calleja. Lo único que le cumplieron fue una cristiana sepultura.

Morelos y sus “Sentimientos de la nación”

José María Morelos dejó como parte de su legado “Los sentimientos de la nación”, documento que se verá en la próxima clase de ética, del 25 de septiembre de 2019, en Congreso, a las 8:00 horas, abierta para todo público que tenga el interés y de entrada gratuita.

Si te ha interesado la información aquí publicada, puedes consultar más datos sobre la historia de México en “500 años de México en documentos”, donde se incluyen los textos de José María Morelos escribió y todas las biografías del cura a través de la historia.

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