“Mujer-sombra”
Por: Sara Contreras Castañón.
Alzado como un dios de andar vacilante,
señalas el origen
que punza en la sangre,
en el vientre, en el pensamiento.
Me obligas a ocultarme
en la oquedad de las horas
donde la palabra-dardo
no logre alcanzarme.
Tirano implacable,
a través del miedo me conviertes en tu súbdito,
me atas con cadenas de papel,
oscureces mi mente con promesas no cumplidas
y envenenas el aire que respiro.
Escondo las ideas en el abismo del remordimiento
para seguir siendo
sombra ceremoniosa de los vuelos ajenos,
máscara ajada por el tiempo.
Mi piel envejece y no sé a dónde ir,
mis brazos esperan la hora del sepulcro,
mi cuerpo anidado por el silencio
permanece en la oscuridad glacial de tu sueño.
Anhelo darte otro nombre,
recrear los años que se han ido,
pero tu estático movimiento
me restriega la derrota.
¿Dónde encontraste la fuente de la pureza?
¿Quién pronunció a tu oído las palabras secretas?
¿Por qué habitas en esa torre de marfil?
Repartes el néctar que te alimenta
entre extraños alaridos de auxilio
y me dejas en el rincón de las tinieblas.
El eco de voces de seductores profetas
lastiman mis oídos y sin conocer mi esencia
censuras lo que no he dicho.
En tu morada solo existen puertas para los desconocidos.
Déjame salir del purgatorio,
déjame soñar a la intemperie
y celebrar la realidad de mis sueños.
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