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¿Cómo eligen las familias indígenas migrantes jornaleras qué hijo podrá ir a la escuela?

El fenómeno de la migración entre estados es algo que, en las regiones donde sucede, se ve tan normalizado que es difícil ya percatarse sobre las necesidades o las características de las familias, mayormente indígenas que llegan a trabajar en los campos, sus necesidades y carencias.

Rogelio, de 14 años, es el menor de esta familia mixteca de cinco, ubicada en Lázaro Cárdenas: su padre, su madre, su hermano Javier de 17 y su hermano Albino de 18. Él relata que su familia, excepto él, nacieron en alguna comunidad en Guerrero, mientras que él es originario de Delicias, Chihuahua.

“La ausencia de datos fidedignos y consistentes ocasiona la exclusión de estos colectivos de las políticas públicas, el ocultamiento del trabajo infantil”. –Esteban García Hernández.

Al ser de raíces mixtecas, su mamá no habla nada de español, mientras que su papá y sus dos hermanos lo hablan un poco, y se comunican mayormente por medio de su lengua el mixteco. Rogelio, en cambio, no sólo sabe hablar español y mixteco, también sabe leer y escribir, así como resolver operaciones matemáticas básicas, debido a que es el único que sigue asistiendo a la escuela.

Esteban García, nos explica que saber este tipo de características es fundamental para entender cómo se desarrolla esta familia jornalera migrante; ya que, a pesar de tener 20 años de residencia en Chihuahua, su hijo menor es el único que ha creado un vínculo con la comunidad en la cual se desarrolla.

Menciona que Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Veracruz son las entidades federativas con mayor pobreza en el país, situación que obliga a las familias a dejar sus hogares y sus raíces para lograr subsistir en aquellos estados donde se les presenta la oportunidad de trabajar sobre todo en las cosechas agrícolas, mayormente de temporal.

No obstante, esta pobreza y las deficientes condiciones en las cuales se manejan las personas migrantes obligan a la mayoría de miembros de las familias a laborar, a pesar de estar prohibido en México el trabajo infantil. Es por esta razón que ambos hermanos tuvieron que dejar la escuela, uno por decisión propia, e incorporarse a la jornada en el campo.

A pesar de esto, la realidad que le ha tocado vivir a Rogelio, en un hogar con algunos servicios básicos como luz y agua potable, aunque con muchas carencias, ha sido totalmente diferente. En su mundo él concibe otras oportunidades como estudiar para llegar a ser maestro, planificar una familia y no permitir que sus futuros hijos o hijas trabajen sino hasta que lleguen a la adultez.

El estudio llamado “Migrantes rurales asentados en el estado de Chihuahua”, publicado en la Revista Latinoamericana de Educación y Estudios Interculturales, de Esteban García Hernández, de la Universidad Pedagógica Nacional del Estado de Chihuahua (UPNCH), nos menciona que muchas de estas familias migrantes jornaleras, al ser de pueblos y comunidades indígenas, tienden a elegir a uno o una de sus miembros para que siga en la escuela y logre hablar y escribir el español, además de entenderse en las matemáticas.

Esta persona, quien por lo general será quien tenga mayor facilidad de aprendizaje, será quien posea la suerte de formar una niñez lejos del trabajo laboral. No obstante, hay diferencias en los géneros, pues si se es niña, aunque escape del trabajo en el campo, no lo hará de tener que encargarse del cuidado de sus hermanos y hermanas.

Aunado a esto también se encuentra la segregación en la cual viven estas familias, pues el estudio indicó que tienden a formar comunidad únicamente con quienes tienen sus mismas raíces. Esto hace que las mismas autoridades excluyan de sus políticas públicas a gente que si bien no se comunica en español, sí podría tener más de 20 años viviendo en Chihuahua.

Para las familias tener la oportunidad de sólo interactuar con gente, en este caso, mixteca, es una gran ayuda para salvaguardar algunas de sus tradiciones, costumbres y sobre todo su idioma.

Y en cuanto a la educación, indica que si bien es un aliciente para quienes tienen la fortuna de aprender más rápido, también es un sistema que excluye a quienes no hablan y no logran aprender el español o los procesos de lectura y escritura mínimos.

Concluyó subrayando lo indispensable que es conocer a todas estas personas y familias migrantes que viven en nuestro estado y establecer una comunicación verdadera, para evitar la invisibilización deliberada, la cual les excluye de toda estadística y datos oficiales sobres la población jornalera, de las políticas públicas, se oculta el trabajo infantil, hay casi nulas posibilidades de colaboración de organizaciones no gubernamentales y perpetúa la indiferencia de la sociedad ante las precarias condiciones en las que la mayoría de estas familias viven.

Trabajo infantil por necesidad de las familias

De acuerdo con el estudio, en 2016 el INEE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación) contabilizó que en el país había aproximadamente 800 mil niños, niñas y adolescentes de entre 5 y 17 años trabajando: 30% en el sector agropecuario, 26% en el sector comercio y 25% de servicios.

Mientras que en 2015 se identificaron entre 279 y 326 niños, niñas y adolescentes laborando en promedio 6 días a la semana, y entre 8 y 10 horas diarias. ¿Visibilizas a las familias jornaleras de tu entorno?

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