A los 14 años, Mayra Lineth Pop Maquin empezó un proceso en contra de su padre y su madre, ya que estaban obligándola a casarse con un hombre siete años mayor que ella, cuando sólo deseaba estudiar. Éste sigue siendo el reflejo de muchas niñas y adolescentes ante el matrimonio forzado, sobre todo ante un estado de emergencia como lo es la pandemia.
La historia de Mayra Lineth Pop Maquin, perteneciente al pueblo indígena q’eqchis, sucedió cuando ella tenía 14 años, en 2016, cuando un hombre siete años mayor que ella llegó a su casa e la aldea China Cadenas, Guatemala, departamento de Izabal, y habló con su papá para pedirle que lo dejara casarse con su hija, a lo que él aceptó. Ni siquiera eran novios.
“Mi papá se enojó un poco porque no le había hecho caso, pero sólo por eso estoy aquí y sigo estudiando (…) Me sentía libre y me sentía muy feliz porque me salvé”. –Mayra Lineth Pop Maquin.
Tras aceptar, su padre habló con ella para preguntarle si quería casarse, pero ella le respondió que lo único que deseaba era estudiar, sin embargo, él no lo aceptó y sólo le soltó un rotundo “no tenemos plata”, señaló Mayra Lineth.
La adolescente se acercó a Fundaeco, un programa dedicado a las niñas, para pedir ayuda y su caso llegó a inicios de 2017 a un juzgado de primera instancia de la niñez.
Al final, el juez consideró que un matrimonio forzado vulneraba sus derechos y terminó dándole la custodia a su abuelo paterno. La sentencia obligó a la adolescente a continuar con sus estudios, recibir terapia psicológica y a su madre y padre asistir a una escuela para adultos.
Tras ganar el caso, Mayra Lineth recibió rechazo en su comunidad y los comentarios de que jamás se graduaría o que sólo iba a la escuela para buscar hombres y embarazarse la afectaron mucho, aunque su madre la reconfortó diciéndole que al decidir no casarse ahora era libre para hacer lo que quisiera. A finales de 2017 prohibieron el matrimonio infantil en Guatemala.
En la actualidad Mayra Lineth sigue estudiando la universidad, aunque con la pandemia ha regresado a la casa de su padre y su madre para continuar con la educación en línea, informó El País. La relación de la familia no se fracturó y continuaron viviendo juntos, aunque todas las decisiones sobre su vida las tomaba ahora su abuelo.
A pesar de ser éste un caso exitoso, donde una adolescente pudo continuar con su vida en las aulas, no es lo mismo para muchas niñas y adolescentes, inclusive en el año 2020, cuando debido a la pandemia y la interrupción de la educación de 1.600 millones de niños y niñas en el mundo, Save the Children estimó un aumento en el matrimonio forzado, que al terminar el año llegaría a 12 millones, lo cual agrandará el número de embarazos y abandono escolar.
Las escuelas, aseguró la asociación, no son sólo para asegurar el aprendizaje, sino para proteger a niños, niñas y adolescentes de la violencia del hogar y prevenir situaciones de vulnerabilidad.
En el caso específico de México, el matrimonio infantil afecta cada año a 4.45% de las niñas y adolescentes entre los 12 y 17 años, de acuerdo con el Estado Mundial de la Población 2020 de la ONU.
Matrimonio forzado y vulneración de los derechos
La llegada de la pandemia vulneró los derechos y la seguridad de millones de niñas, adolescentes y mujeres en todo el mundo, debido al aislamiento social y a la poca atención que las autoridades les han puesto a estas situaciones. ¿Tienes conocimiento de algún que vulnere los derechos de la infancia?
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