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Falleció Miguel León Portilla, su viaje del Calmécac al Mictlán

63 años de estudios a favor de la filosofía mexicana

La noche de este martes 01 de octubre de 2019 falleció el gran filósofo, traductor, nahuatltólogo e historiador mexicano, Miguel León Portilla.

León Portilla dedicó su vida al desarrollo de un estudio y pensamiento propio en toda la extensión de la palabra. Propio por la originalidad de su abordaje y descubrimientos acerca de la interpretación de la historia prehispánica y de la conquista, así como del pensamiento filosófico azteca. Pero a la par propio de nuestro país, generando las raíces de una filosofía propiamente mexicana.

Cuando muere una lengua
las cosas divinas,
estrellas, sol y luna;
las cosas humanas,
pensar y sentir,
no se reflejan ya
en ese espejo.

Ihcuac tlahtolli ye miqui
mochi in teoyotl,
cicitlaltin, tonatiuh ihuan metztli;
mochi in tlacayotl,
neyolnonotzaliztli ihuan huelicamatiliztli,
ayocmo neci
inon tezcapan.

 

Filosofía mexicana, al provenir de la cultura que le dio su propio nombre: los mexicas. Su trabajo se enfocó en rescatar y posicionar la importancia teórico-filosófica de la gran cultura náhuatl, que se encuentra enraizada y viva en nuestra tradición nacional.

Miguel León Portilla nació el 22 de febrero de 1926 en la Ciudad de México. Hizo un Bachiller en Artes y una Maestría en Artes por la Loyola University en Los Ángeles California. Posteriormente ingresó a la UNAM al Doctorado en Filosofía. Durante sus estudios del doctorado le mostró a Manuel Gamio (arqueólogo y antropólogo mexicano, que a la par era su tío paterno), una obra de teatro acerca de Quetzalcóatl. Fue así que Gamio le presenta a Ángel Garibay en 1952, quien enseñaría a Miguel León Portilla el idioma náhuatl.

A decir de Miguel León Portilla, su introducción al idioma fue directa. Fue en 2007 que tuve la oportunidad de hablar con él, y que me contara su acercamiento al pensamiento náhuatl. En aquel tiempo se encontraba realizando sus estudios sobre la cultura azteca para su tesis doctoral, cuando le sugirió su tío contactar a Garibay, de quien le proporcionó el teléfono. Dice que presto realizó la llamada para agendar una cita con él. “Garibay me contestó el teléfono, y le comenté que estaba realizando una tesis sobre la cultura azteca. Inmediatamente me interrumpió y me dijo: ‘¿Habla náhuatl?’, a lo que le contesté que no. Fue cuando me dijo: ‘Búsqueme cuando lo hable’, y me colgó”.

Fue así que León Portilla se introdujo a rescatar el pensamiento filosófico de los náhuatl. Le tomaría cuatro años más en terminar su tesis doctoral titulada “La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes”.

Miguel León Portilla, ayankuipan tlamatini

Este texto de difícil adopción por la academia presentó a la discusión filosófica una gran línea de desarrollo y pensamiento intelectual: los pueblos indígenas desarrollaron su propia filosofía, a la par de las grandes civilizaciones como la griega, la romana, la china, etc.

Existieron grandes filósofos mexicanos o náhuas desde los fundamentos teóricos de su civilización. Fueron nuestros ancestros grandes filósofos y científicos, críticos del status quo y de la vida en general. Mostró el pensamiento existencial náhuatl, la riquísima teología azteca y su cosmogonía del Ometéotl (Doble-Dios o Dios dual).

A la par fue un gran defensor del uso de las lenguas indígenas para expresar pensamientos complejos y filosóficos, en contra de las posturas etnocéntricas y lingüístico-céntricas que piensan que sólo las lenguas europeas son idóneas para la ciencia, como lo pueden ser el francés, el alemán, el italiano, el inglés, el portugués, el latín, el griego o el español, idiomas que dominaba.

Reivindicó por ello el uso del término tlamatini y tlamatinime (filósofo y filósofos). Explicando que en náhuatl el concepto de filosofía había sido acuñado aún sin contacto con la cultura griega. Es el tlamatini aquel que sabe algo, o que sabe cosas. En palabras de León Portilla:

“…se deriva del verbo mati (él sabe), el sufijo –ni, que le da el carácter sustantivado o participial de ‘el que sabe’. Finalmente el prefijo tla es un correlato que antepuesto al sustantivo o verbo significa ¿cosas’ o ‘algo’. De todo lo cual se concluye que la palabra tla-mati-ni etimológicamente significa el-que-sabe-cosas o el-que-sabe-algo”.

La función principal entonces de los tlamatinime era la de cuidar los textos y la de “poner un espejo frente a los hombres”, el mostrarle a los otros, mediante el diálogo, quiénes son realmente, algo similar a la actividad socrática en Grecia.

Es por lo que, algunos medios en los obituarios de León Portilla, le nombran como el Último Tlamatini. En lo personal podría llamarlo el ayankuipan tlamatini o el nuevo tlamatini. Este espíritu fue lo que llevó al Círculo de Investigaciones Filosóficas y Jurídicas el adoptar como símbolo de su logo el diálogo entre dos tlamatinime.

Detalles pequeños que marcaron nuestro caminar filosófico, y a partir de ahora León Portilla abandona el calmécac (escuela sacerdotal) y parte a su caminar de 4 años en el Mictlán.

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