Del 2 al 16 de diciembre de 2019, en Madrid, España, se dio la Conferencia de las Partes en su edición número 25 (COP25). Ésta es el órgano que se responsabiliza de supervisar y examinar la aplicación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), la cual busca impedir la interferencia “peligrosa” del ser humano en el sistema climático.
El objetivo fundamental es estabilizar los niveles de emisión de gases de efecto invernadero en un plazo que permita que los ecosistemas se adapten de manera natural al cambio climático, y con esto se pueda asegurar la producción de alimentos.
“La comunidad internacional ha perdido una oportunidad importante de mostrar una mayor ambición en mitigación, adaptación y finanzas para afrontar la crisis climática”. –António Guterres, secretario general de la ONU.
Durante la edición 2019 de la COP25, fueron casi 200 países los que se acercaron a intentar establecer pautas para el mejoramiento del clima y con la necesidad de hacer un cambio en los gobiernos para dejar de acelerar el cambio climático. Sin embargo, a pesar de tener 12 días para llegar a un acuerdo conjunto, necesitaron de dos días extras y aún así apenas si pudieron lograr algo.
Durante la conferencia, al final se acordó necesario y urgente aumentar la ambición climática de los países para el año 2020, para la COP26 en Glasgow, Reino Unido, y cumplir el Acuerdo de París especialmente luego de que las naciones más contaminantes retrocedieran en los acuerdos: Estados Unidos, China e India, las cuales son grandes emisoras de gases de efecto invernadero.
El Acuerdo de París fue alcanzado durante la COP21 en Francia, el cual dictaba sobre combatir el cambio climático y acelerar e intensificar las acciones e inversiones necesarias para un futuro sostenible con bajas emisiones de carbono. Así como mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2°C.
A pesar de las críticas de una convención con un consenso “débil”, al no incluirse la regulación de los mercados de carbono, se logró firmar el acuerdo “Chile-Madrid. Tiempo de actuar”, en el cual se puede destacar la necesidad de incrementar la ambición frente al cambio climático y donde se pide que para 2020 los países presenten la Contribución Determinada a Nivel Nacional.
También se pidió que cualquier política climática debe ser actualizada siempre en base a los avances de la ciencia, pues el conocimiento científico será el eje principal para focalizar las decisiones climáticas de las naciones.
Otro punto muy importante logrado en la COP25 fue el equilibrio que debe haber en el uso del suelo y el océano para el buen funcionamiento del sistema climático. Recalcaron además la pérdida del oxígeno en los océanos por el calentamiento global, lo cual tiene consecuencias alarmantes en las reservas globales de oxígeno oceánico, de acuerdo con el Informe de la UICN.
Confirmaron además que la lucha contra el cambio climático afecta a ámbitos como la industria, la energía, las finanzas, la ciencia, los bosques, la agricultura, etc. Para lo cual es necesario que el Fondo Verde del Clima destine recursos por las pérdidas y daños que sufren los países más vulnerables a los fenómenos extremos. Asimismo, nació la Red de Santiago, para catalizar asistencia técnica de organizaciones y personas expertas a estas naciones.
Reafirmaron el valor del multilaterismo y la cooperación internacional. Aunado a esto el impulso de la participación de las mujeres en las negociaciones internacionales y de la sociedad en general, quienes deben estar inmiscuidas en las respuestas ante la crisis climática.
Pese a esto la presidenta de la COP25 y ministra del Medio Ambiente de Chiile, Carolina Schmidt, dijo que los acuerdos son importantes, pero insuficientes, pues el mundo esperaba soluciones concretas y más ambiciosas de sus gobernantes, por lo cual no se quedaban satisfechos.
Pese a la intención de la COP25, el dióxido de carbono sigue en aumento
De acuerdo con un boletín de la OMM (Organización Meteorológica Mundial), la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera alcanzó un nuevo récord en 2018, donde se midieron 407.8 partes por millón de dióxido de carbono, mientras que en 2017 fueron 405.5 partes por millón. Este mismo incremento se observó en el periodo 2016-2017.
Cabe resaltar que el dióxido de carbono permanece en la atmósfera durante siglos, y aún más tiempo en los océanos. Y la última vez que se dio una concentración de dióxido de carbono similar fue hace 3 a 5 millones de años, cuando la temperatura era de 2 a 3 °C más alta que la actual.
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