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Distancias e idiomas dificultan atención de violencias de género en zonas rurales: Mónica Flores

La violencia de género debe ser tratada en diferentes matices, dependiendo de cada caso. Y en el estado de Chihuahua, específicamente en la ciudad de Cuauhtémoc, convergen tres culturas muy distintas, las cuales, si bien viven una misma violencia, la manera de expresarla es muy diferente.

La psicóloga Mónica Flores Gutiérrez, miembro de Servicios Especializados en Atención a la Violencia de Género, se dedica a atender por lo general aquellos casos que llegan a las unidades médicas de la Secretaría de Salud, y por los cuales se sospecha fueron ocasionados por violencia de género.

“Hay poblaciones pequeñas donde la disponibilidad de ayuda y el difícil acceso a los servicios de salud complican la violencia de género aún más”. –Mónica Flores Gutiérrez.

En este programa federal, los casos que son detectados son pasados a servicios especializados y primero que nada se analiza qué clase de violencia es, ya sea física, psicológica o sexual; después se revisa el nivel de violencia que existe o si es una persona que ya va en un camino libre de violencia.

Cuauhtémoc es una ciudad de Chihuahua que está en la entrada de la Sierra Tarahumara, y donde se mezclan la cultura mestiza, menonita e indígena, y en ocasiones la migrante. Cada una tiene su manera muy particular de percibir y afrontar o no la violencia de género, explicó.

En el caso de la cultura indígena, el idioma suele ser una gran barrera. En Cuauhtémoc cuentan con un intérprete hombre, sin embargo, en muchas ocasiones a las mujeres les cuesta hablar de lo que vivieron frente a él y terminan en silencio.

Asimismo, la lejanía y el desplazamiento de una comunidad a otra impiden que continúen con el tratamiento o número de terapias que recomienda el protocolo del programa. Aunado a que en la comunidad rarámuri, por ejemplo, es muy normalizada la violencia y deconstruir a la víctima resulta complicado.

Hablando del pueblo menonita, mencionó que no le ha tocado trabajar mucho con su gente, ya que suelen arreglar ese tipo de problemas de violencia en contra de las mujeres en la misma comunidad. Y las veces que ha atendido a mujeres menonitas es porque consiguieron el divorcio y ahora no sólo pasan por el duelo de la pérdida de la vida a la que estaban acostumbradas, sino de la aceptación de su misma gente.

Y en la población mestiza, la dificultad varía de acuerdo con el sitio en el que viven, ya que si están muy lejos de un centro a veces se les complica ir; también la educación que poseen, la situación económica y, en caso de ser un rancho, la normalización de la violencia.

Antes de llegar a Cuauhtémoc, la psicóloga Mónica Flores estuvo atendiendo casos de violencia en La Junta, Guerrero, donde la situación se tornaba algo más complicada.

Las mujeres rarámuri suelen ir a trabajar a la pisca, por lo que dejan del lado las terapias para poder ir a laborar. También suelen abandonar el tratamiento porque algunas de ellas viven en comunidades muy alejadas, y lo mismo pasa con las mestizas.

En general, en las culturas rarámuri y mestiza, el problema de la poca accesibilidad a los servicios por la lejanía que representa y la pobreza son el principal motivo para no seguir buscando una solución a la violencia de género, entre las cuales se busca el acompañamiento de la víctima de violencia sexual y se le da seguimiento, la canalización a refugios en caso de violencia extrema y la psicoterapia para todo tipo de víctimas de 15 años hacia arriba. También a aquellas mujeres que ya van rumbo a un camino libre de violencia se les ayuda a seguir adelante.

El protocolo bajo el cual se manejan es el camino que siguen para dar la atención a las mujeres, dependiendo de cada caso y cómo es que deben manejarlo, ya que como psicólogas deben entender de matices y perspectivas.

Además de estar conscientes de que la violencia nunca viene sola, suele estar acompañada de otro tipo de contextos como la pobreza, alguna enfermedad mental, vicios por parte del agresor o de la misma víctima.

Las diferencias entre trabajar en un lugar como La Junta y en otro como Cuauhtémoc radica en que las mujeres son más o menos abiertas. En la ciudad se desenvuelven con mayor facilidad, saben de mejor manera qué es lo que les sucede y buscan soluciones. En cambio, en pequeñas comunidades el machismo sigue muy marcado en la sociedad completa.

En la actualidad, con el escenario de Covid-19, no han dejado de trabajar, sólo han tomado ciertas medidas para no tener mucha gente en los centros. Sin embargo, son las mismas mujeres las que han dejado, en algunas ocasiones, hasta de comunicarse, posiblemente por el mismo encierro, mencionó.

Aun así, las psicólogas han ampliado la manera de llegar a las víctimas, ya sea por la plataforma del gobierno del Municipio de Cuauhtémoc o el 911, donde las llamadas son redirigidas hacia ellas para la atención de crisis.

Y por la escalonada de la violencia de género, ellas no han tenido más llamadas de alerta, sino al contrario, pareciera que las mujeres permanecen en silencio. No obstante, no duda que se esté dando ese tipo de situaciones, pero tal vez el temor al virus es mayor y no se acercan ni a los centros de salud.

También, las psicólogas suelen dar su número de teléfono a las mujeres para en caso de que necesiten apoyo a cualquier hora del día o que puedan estar en contacto. Este tipo de revisiones también deben ser analizadas, ya que mencionó que no a todas las usuarias se les puede marcar, pues sus agresores suelen revisar el teléfono o estar al pendiente de quién les llama.

¿Eres víctima de las violencias de género y necesitas ayuda?

Si vives en Cuauhtémoc o las cercanías y necesitas ayuda, puedes acudir a sus diferentes centros de atención, a las direcciones: donde atiende la psicóloga Mónica Flores es en el Centro de Salud San Antonio, en calle Hígado y 11 col. Centro, con número de teléfono 625 581 2856; también puedes ir al Centro de Salud Emiliano Zapata, en calle Expropiación Petrolera 216, teléfono 625 581 0622; o al Centro de Salud Tierra Nueva, en calle 62, colonia Tierra Nueva, teléfono 636 128 1030.

Y otra opción es marcar a la Línea Ciudadana *2232 de Ficosec, donde dan atención ciudadana, psicológica y acompañamiento jurídico gratuito, donde no sólo tratan la violencia de género, pero también sirve para saber que no estás sola.

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