Educación en tiempos de Covid-19, ¿de quién es la culpa? Es la primera pregunta que nos ronda la mente cada vez que tocamos ese tema que se ve tan distinto dependiendo de qué lado estés de la cancha. Para ti, ¿de quién es la culpa?
En esta época de pandemia y educación, yo soy de las personas que permanece en las gradas viendo cómo va el juego. Sin embargo, me encuentro rodeada de mujeres docentes, así como de madres de familia trabajadoras, y lo que he observado me han llevado a una sola conclusión.
En esta época de pandemia y educación, yo soy de las personas que permanece en las gradas viendo cómo va el juego. Sin embargo, me encuentro rodeada de mujeres docentes, así como de madres de familia trabajadoras, y lo que he observado me han llevado a una sola conclusión.
Pensar diariamente en toda la carga que traen, teniendo el plus de no saber en dónde dejar a los niños o a las niñas porque solían quedarse en la escuela mientras terminaba su turno, debe ser agotador.
Vamos a añadirle que de pronto el sistema educacional de nuestro país debe cambiar por una situación totalmente ajena y prácticamente indetenible, eso le explotaría el estrés a cualquiera. Y en situación como ésta lo primero que se nos viene a la mente es: ¿de quién es la culpa?
Por otro lado, las y los docentes, en su mayoría, no son sólo eso: también son personas con familias y si son mujeres tienen la misma carga que las madres de sus alumnos y alumnas, pues en su mayoría son cuidadoras, así como algunas son madres solteras.
La carga del hogar y la familia, pera las docentes, se le suma mucho peso extra con el trabajo, que es dar clases y que ahora ha pasado de estar 6 o 7 horas diarias en la escuela, de lunes a viernes (en el mejor de los casos), a un trabajo con igual remuneración las 24 horas del día, los 7 días a la semana.
Y si has dado clases o tienes familiares o amistades docentes, sabes que no sólo es llegar con tu sabiduría infinita a pararte frente a tu clase para hablar sobre lo que conoces. Detrás de cada docente hay toda una carga administrativa, llenar papeles y papeles, preparar la clase con anticipación, saber qué letra deben escribir sus estudiantes, en cuál momento y para qué. Preparar el material para que se vea lo más atractivo posible, para de ese modo facilitar la vida aún más.
Así que las docentes, sobre todo, no sólo se han vuelto esclavas del trabajo, donde no será descabellado que les envíen un mensaje a media noche con las evidencias de alguna tarea de hace dos semanas, sino también deben hacer malabares para cuidar de su propia salud y las de sus familias.
¿Y las y los estudiantes? Éste debe ser el tema más difícil, pues mientras habrá madres que se sienten perdidas y docentes que ya no ven la puerta, las y los niños sólo observan sin tener una guía, porque en la actualidad les es difícil tomar decisiones sin que alguna persona adulta les diga qué hacer exactamente. ¿Es esto un problema?
He escuchado muchas veces la frase “niñas y niños son como esponjas”, para referirse a que absorben rápido el conocimiento y aprenden rápido habilidades. Si es así, ¿por qué no se les permite intentarlo?, ¿o no sienten la seguridad para hacerlo por su cuenta?
Las instrucciones para los ejercicios de la escuela son claras, y confío en que niñas y niños tienen la capacidad de llevar a cabo estas tareas, si se les dieran las herramientas necesarias para tener confianza en sí mismas. Pero el adultocentrismo les ha hecho creer que deben tener la autorización de personas adultas para pensar y experimentar con lo aprendido en la escuela.
¿De qué sirve sentarnos a saber de quién es la culpa? Si es más que claro que es repartida, y no sólo entre madres, docentes y estudiantes, sino también en el sistema precario de salud que no previó una situación así a pesar de haber sucedido en el pasado, en el Gobierno por no apoyar en las áreas correctas, en el sistema educacional por no crear seres pensantes y sin miedo, y cargar a sus docentes con tantos trámites burocráticos, de la sociedad por permitir que las mujeres tomen la mayor parte de la carga.
Ahora, ¿quién lo va a solucionar?
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