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Víctor Hugo Rascón Banda tenía la virtud de conocer el alma femenina: Luisa Huertas

Las facetas, los colores, los sentimientos, las vivencias, matices son los que complementan a una persona. Matices que cambian de tono de acuerdo con quien nos mira. Para la primera actriz Luisa Huertas, el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda no sólo era el hombre con una sensibilidad extraordinaria o el activista que hacía frente a la injusta autoridad. También era el dramaturgo chihuahuense, empapado de las causas sociales, quien lograba transformar una nota roja en una obra traspasadora de fronteras.

“Conocí su generosidad antes de conocerlo personalmente”, recuerda desde el comienzo de la entrevista Luisa Huertas, primera actriz de la Compañía Nacional de Teatro, sobre Víctor Hugo Rascón Banda. El dramaturgo lo dijo siempre, de día era maestro normalista y abogado en bancos, mientras que de noche se entregaba a las letras. Fue precisamente por lo segundo que la actriz lo conoció.

“Si alguien quiere saber qué estaba pasando en México en los últimos 30 años del siglo XX y albores del siglo XXI, tienen que leer a Víctor Hugo Rascón Banda”. –Luisa Huertas.

Quienes se dedican a la actuación no gozan de buena reputación crediticia, un punto en contra para el matrimonio formado por Luisa Huertas y Miguel Córcega, que buscaban comprar un departamentito para utilizarlo como estudio para ambos. Sin embargo, un sabio consejo la puso en el camino de Rascón Banda, quien tenía en alta estima al gremio y le dio la mano de inmediato para conseguir un crédito tras escribirle una carta.

Fue cuando se montó la obra de “Tabasco negro”, que la primera actriz logró conocer al dramaturgo en persona, más allá de las obras que ya había. Él tenía la costumbre de conocer de manera más íntima a sus actores y actrices, lejos del escenario. Por lo que realizaba pequeños convivios en su casa, y fue ahí donde coincidieron Luisa Huertas, su esposo Miguel y Víctor Hugo.

Cuando la llamaron para participar en “La Malinche”, Luisa logró prestar más atención a la faceta profesional de Víctor Hugo. Pues a pesar de que él tenía su trabajo como funcionario bancario, cuando el director le llamaba no tardaba mucho en estar presente donde se le necesitase.

También fue en aquel momento cuando Luisa Huertas descubrió al Víctor Hugo atento. Para aquella obra regaló unas tazas que decían “La Malinche” a todo el elenco y técnicos, “tenía esos rasgos detallistas”, recuerda la actriz.

En aquellas ocasiones, cuando era llamado porque alguna escena parecía necesitar retoques, Rascón Banda regresaba al siguiente día con toda una nueva escena planteada. No se detenía. Y aunque en esa ocasión hubo actrices que se salieron del teatro durante la representación por no estar de acuerdo con el contenido; también estuvieron aquellas figuras como José Solé, quien soltó las lágrimas tras esperar al elenco luego de la función. El motivo: le habría gustado ser él quien dirigiera “La Malinche”.

A partir de “La Malinche”, Luisa Huertas y Víctor Hugo estrecharon una relación más cercana, haciéndose amigos, y hasta hermanos, asevera la actriz. Pudo conocer a su familia, a doña Rafaela, a su hermana, a su sobrina Lorena, a don Epigmenio, a Pancho y a Pastora, su ama de llaves y quien llevó adelante su casa en la Ciudad de México durante largo tiempo.

“Por fortuna yo estaba muy enamorada de mi marido, y soy muy respetuosa de las compañeras de los hombres que conozco, si no me hubiera enamorado de Víctor Hugo”. –Luisa Huertas.

La puesta en escena de “La mujer que cayó del cielo” ocupa un lugar muy especial en la primera actriz de la Compañía Nacional de Teatro, primero que nada porque le dio la oportunidad de conocer a María Bonilla, con quien Víctor Hugo Rascón Banda tuvo una relación sentimental. Aunque él la presentó como teatrista costarricense, doctora en Teatro, actriz, dramaturga y directora, Luisa Huertas ya sabía que había algo más entre ellos. Y hasta el día de hoy María y Luisa siguen teniendo una relación muy estrecha de amistad.

Segundo, porque la representación de esa obra de Rascón Banda le dio un boleto para conocer la cultura ralámuli en la Sierra Tarahumara durante la Semana Santa, pues para lograr interpretar a su personaje  el dramaturgo pensó en empaparla de un conocimiento más profundo acerca de este pueblo indígena, sus costumbres, su comida, su música, su idioma, “fue maravilloso”.

Y es que el dramaturgo tenía la virtud de conocer el alma femenina, asegura Huertas. Las mujeres están en muchas de sus obras, como “Mujeres que beben vodka” o “Sazón de mujer (DeSazón)”, con esta última la actriz ya tiene 17 años montándola en los escenarios.

Ella adjudica el conocimiento de lo femenino en el escritor a su convivencia tan cercana con diversas mujeres, como sus abuelas, su madre maravillosa y sus tías, quienes fungieron como maestras académicas.

Pero Víctor Hugo Rascón Banda no sólo fue el funcionario bancario, el normalista o el dramaturgo nocturno. También fue un apasionado de las causas sociales, un activista por la cultura, el cine, la música, la literatura, la televisión y el teatro, alguien que buscaba por un espacio en este país, que a veces se le olvida la importancia de abrazar las artes.

“Era un hombre de una sencillez enorme, y de una valentía, no se quedaba callado delante de cualquier funcionario o secretario de Estado. Hablaba con autoridad y energía, no era un hombre agachón, defendía sus principios y gremios, como un héroe antiguo”. –Luisa Huertas.

Su lucha se enfocó mucho a la protección de los derechos de autor, por lo cual presidió la Sociedad General de Escritores de México (Sogem). Hombro a hombro, Luisa Huertas y Víctor Hugo Rascón Banda lucharon además por el presupuesto para apoyar el cine mexicano, exigiendo un peso por cada boleto que vendieran los cines; guerra que no lograron ganar porque si bien la victoria de la pelea fue por este presupuesto, quienes estaban en contra lograron ampararse y la justicia terminó por favorecerles.

Otras causas que intentaban defender fue la de obtener alguno de los cines cerrados debido al temblor de 1985, para rehabilitarlo y convertirlo en un lugar exclusivo para la cinematografía mexicana de todas las épocas. La idea era pasar ciclos de puro cine mexicano, algo ya practicado por Argentina, país que inclusive tiene una extensión de cine argentino en Nueva York, Estados Unidos.

De los cines propuestos estaban El Paseo, El París o El Bella Época, pero al final los dos primeros fueron convertidos en tiendas departamentales, y el último se volvió una librería del Fondo de Cultura Económica. Luisa Huertas culpa las batallas perdidas por la poca vocación existente en pro de la cultura en aquel tiempo, situación que en ocasiones se replica inclusive en la actualidad.

Y con gran cariño, la actriz recuerda cómo Víctor Hugo Rascón Banda la animó el 14 de julio de 2006 para inaugurar el Centro de Estudios para el Uso de la Voz (Ceuvoz).

Son todos los matices de Víctor Hugo Rascón Banda los que elevan la importancia de las Jornadas Rasconbandianas. Sus dones y virtudes, sus pasiones, sensibilidades y lo observador del mundo real lo complementaban; incansable, pues no dejó de trabajar hasta que la muerte lo alcanzó.

Víctor Hugo era un hombre de grandes capacidades, culturales y políticas, y todo un visionario. Conocía su estado, estaba tan orgulloso de Chihuahua y de Uruachi, que siempre los cargaba con él a donde quiera que fuera.

Supo retratar la realidad de nuestro país a muchos niveles, menciona Luisa Huertas, no sólo hablando del crimen organizado y el narcotráfico, sino los problemas sociales y la realidad particular e íntima de las personas, analizaba los porqués del ser humano con una enorme sensibilidad y capacidad poética. Tanto que fue el primer mexicano invitado por la Unesco para escribir el saludo por el Día Mundial del Teatro, un enorme honor otorgado a México gracias a Rascón Banda.

Siempre vigente, un autor que debe seguir viviendo a través de su obra, pero sobre todo en el escenario, a cargo de actores y actrices, como Luisa Huertas. Mostrarlo y apoyar las Jornadas Rasconbandianas, que le recuerdan a Chihuahua el legado y gran embajador que aún tiene, son sólo dos muestras importantes de cómo agradecer a quien hizo a la literatura dramática universal, a la dramaturgia mexicana y a la dramaturgia de habla hispana grandes e invaluables aportes. “Y no se trata sólo de cariño, sino de una verdad”.

“Te quiero y te extraño, te extrañamos mucho. La cultura y el país te necesitamos. Pero como sabemos que no es posible, seguimos manteniendo viva tu memoria”. –Luisa Huertas.

En su último mes de vida, aquel julio de 2008, Víctor Hugo Rascón Banda ya muy delicado de salud fue a dar una ponencia desde el punto de vista del dramaturgo sobre la voz del actor, durante el Primer Encuentro Nacional de la Voz y la Palabra del Ceuvoz. Después fue a la lectura dramatizada de su obra “Apaches”, montada por Víctor Carpinteiro. Y la última salida, recuerda la actriz, fue unos días antes de su muerte, a ver la presentación de un libro que hablaba sobre Isela Vega, uno de sus amores platónicos de juventud. El dramaturgo falleció el 31 de julio de 2008.

Existen momentos en que la primera actriz se desanima, pero el eterno recuerdo tanto de su esposo Miguel Córcega como del escritor Víctor Hugo Rascón Banda la mantienen a flote y la hacen revivir todos aquellos momentos vividos y revividos a la mínima oportunidad.

Como lo dijo Luisa Huertas, las Jornadas Rasconbandianas no deben detenerse

Ahora las Jornadas Rasconbandianas llegarán a cada lugar donde alguna vez se leyeron los textos del dramaturgo. En 2020 el programa virtual será acompañado por la Compañía Nacional de Teatro. Más información en esta página: http://www.rasconbanda.art/vida/.

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